Mamá, hace varios años cuando viajé a Bogotá para realizar estudios aeronáuticos vino a mi mente ese vals de los Visconti llamado “Mama vieja”. ♪♫...y se quedó Mama vieja muy triste en la puerta del rancho♪♬ y ¡claro! me enteré luego de tu tarde de aflicción. Sin embargo, siendo joven y anhelando independencia no advertí ese mismo día tu pesar al despedirme y menos experimenté lejanía aquella tarde, pues justo al ingresar a la casa de mis tíos en la capital, llamaste para averiguar qué había pasado en media hora de vuelo durante mi traslado.
Cuando partí al Chocó pasó lo mismo, tú y Papá me sorprendieron llamando a un número fijo en el pueblo, cosa que para esos días resultaba una osadía insólita.
Me acostumbré a tus llamadas cuando viajé a Urabá, al Nordeste y a otros sitios. Te sentía protectora, cercana, maternal.
Después, los altibajos de la vida, las preocupaciones familiares, las alegrías o tristezas, tus dolencias físicas y otra suerte de quehaceres me hicieron ver la reciprocidad que te adeudaba; fui yo quien desde entonces me comuniqué regularmente para averiguar cómo ibas.
Te llamaba desde un pueblo, del trabajo, de las calles del centro, o al llegar a casa si no te veía descansando junto a la ventana.
Van casi dos años desde que fuí el último en llamarte. Lo hice de viva voz, en voz muy alta para que me miraras, para que me escucharas, para que me respondieras, pero... aunque estabas corporalmente ahí, a mi lado, simulando estar dormida... no respondiste, tu alma ya atendía una invitación suprema al banquete celestial.
Aquel día realizaste tu último viaje, quizás el más secretamente deseado para verte con Papá, tu Jimy... y toda tu parentela. Seguramente ibas feliz cantando:
♪♬ A Lisboa en tren de lujo yo viajaba y a mi lado muy galante un portugués, al momento un gran amor me declaraba, a mayor velocidad que nos llevaba aquel exprés♪♬
Como lo canturreabas en la casa al ir por el corredor hacia la entrada porque algún feligrés tocaba el timbre.
Te embarcaste por el río Nechí en una piragua hasta Cuturú en el bajo Cauca ¿cómo olvidarlo? Papá se estremecía de semejante arrojo. Tenías ansias de explorar, de salir, de conocer, de contar las historias de tus viajes. Luego paseaste por Washington, New York, Miami y otros sitios; ¡Cuánto quisiéramos llevarte a otros más!
Amá, ya que estás en tu periplo sin regreso, te envío hasta allá a la Gloria Eterna: remembranzas del silente abrazo del reencuentro entre nosotros, tras volver a casa cuando estuve ausente.
¡FELIZ DÍA DE LAS MADRES, MAMÁ!
Lun15May202303:47
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A Mamá
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Derrocha sensibilidad. ¡Muy bonito!
Leo para sentir... Muchas gracias.
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Señorita Iracema Ricardo, me siento muy contento, halagado con sus palabras. Es todo un honor el que me haya leído y posteriormente dedicado un momento para dejarme una nota. Muchas gracias.
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!!Qué cuento-homenaje tan bellamente escrito!!! Felicitaciones, Leonardo. Muy buen trabajo. Abrazo
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entretenido, bien escrito
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tocante, sorprendente y buen homenaje, enhora y gracias por compartir tus letras
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