PESADILLUS
Mucho tiempo hace, en un lugar cuyo nombre me resulta difícil nombrar, vivía una muchacha vestida de rojo cuyo deseo era tener una mascota. Entonces su abuela le regaló un perrito muy cuquí el día de Halloween. Contenta estaba la muchacha. Nunca había recibido un regalo tan bueno durante estas festividades. Pero fue entonces cuando lo espeluznante ocurrió. El chiquilín perro tras ver la luz solar – cuya esta especie no podía ver- y devorar un trozo de chocolate se convirtió en un engendro algo licantrópico verdaderamente inhumano. Tras tragar dicha chocolatina derretida por los rayos solares se desdobló en dos partes asimétricas: una masculina y otra femenina que cambiaban caricias con el chocolate, es decir, practicaban la dulcifilia algo zoológica. Tras esta relación los tres se convirtieron en un pequeño gusano que ocasionó un holograma virtual interdimensional que por fin eclosionó en un capullo licantrópico: el nacimiento de Anubis.
Viendo dicha metamorfosis la mujer de rojo acudió a su abuela pero ella ya no formaba parte. El perro, era en efecto un extraterrestre de una dimensión ajena a la propia realidad cuyo objetivo era el de desbalancear el equilibrio cuántico cósmico post moderno ultra sensorial infra demencial de la sociedad pesadilleska - ¡sí, este país era conocido como Pesadillus y era gobernado por la abuela de esta muchacha, Succubus- . Bueno de vuelta al grano, Anúbis Lupinus, el perro de la Muerte quisiera aguafiestar las festividades halloweeneskas y para ello creó una flauta – Hamelín – con la que quisiera tenerlos a todos prendido. Por cada pelo que quitaba de su cuerpo, echándolo al suelo una nueva cepa de perros nacía, eran los dogflautas, los tocadores de flauta que poco a poco iban encantando a los pesadilleros…
Regatoneaban la siguiente canción:
“Érase una vez un lobo malvado que con su séquito de licántropos a todos tenía atrapado
En esta ciudad una niña psicótica vivía que dogflautas tocadores de flauta no soportaba
Por eso a sus familiares dilaceraba”
La gente esto escuchaba y no se daba cuenta del sadismo de Lupino. Lo que se escuchaba en la canción era lo que pasaba en efecto.
Los pesadilli habían perdido su oscura luz divinal y poco a poco se convertían en verdaderos salvajes entregados a una lujuria sin regla, el río que antes era puro de tanta orgía se convirtió en un sumidero de lujuria y fluidos corporales.
El perro E.T. había ordenado que cada uno tuviera relaciones y echara sus fluidos en dicho río para que las crianzas perrunas de eso pudieran nutrir e incrementar en tamaño…
Como decía en esto todo el perro licantrópico sobrehumano había devorado a la abuela y se había hecho con el poder de Pesadillus, lugar estratégico y punto de paso entre la realidad y la ficción.
La única que tenía un ADN especial era cape roja que recordaba lo que su abu le había dicho algunos días antes de su muerte. Le había hablado de un ser ancestral: Zombiro y de Jack O’Lantern que junto rescatarían el mundo.
Con cuidado y en puntillas salió de la ciudad donde los encantados árboles hambrientos devoraban a los niños- y aún así no se aplacaba la ira lupina - y los humanos llevaban una mordaza… Entonces con su capa roja se teletransportó a donde estaba el Cabeza de Calabaza y este le dijo que tenía entendido que en casos de demencia lo único que hacer era crear una pócima con sangre zombírica y trozos de su cabeza. Para que el rito funcionara la Muchacha Roja debería descabezarlo y mezclar su contenido con plasma de dicho ser sobrenatural. Dicho ser, conocido como ZOMBIRO sólo atendía a gente verdadera con reales intenciones ya que estaba huyendo de una bruja de una dimensión paralela Valkiria y no podía estar tanto tiempo en el mismo lado y fue entonces cuando esa misma noche plenilunar increpuscular el Zombiro acudió. Ya sabía que su amigo calabacero sólo le pedía ayuda en último caso y fue entonces cuando tras hacer las oblaciones extrajo y purificó su especial sangre, taladró la cabeza de su amigo calabacero y juntos crearon dicha pócima. Gracias a un especial poder supernatural se convirtieron en una nube sólo tóxica a esta raza demoniaca, se acercaron a Pesadillus y deshuesaron a la esencia lupina de dicha ciudad. Anúbis se convirtió en un dulce perro caliente que sirvió de alimento a dicha horda pesadilleska.
SAMIR KARIMO, TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS