Cuauhtémoc Ponce
Semblanza
Cuauhtémoc Ponce tiene 9 libros publicados.
Fraces que merecen una historia
Por mi parte, he creado unas cuantas que, si bien no llegan a trascender, sé que más de una ha logrado hacer que algún lector se sienta identificado con ellas; evocando algún sentimiento, una consciencia o mismo un recuerdo.
En mi caso, todas las frases que he escrito me han traído algo de mi pasado; una vivencia que, con tal de no entrar en detalles, simplifiqué en un conjunto de palabras toda una aventura, una anécdota o momentos que llegaron a mi cabeza cualquier sábado por la noche.
No lo niego, la mayoría de ellas las escribí en estado etílico, así como escribí mi último libro titulado “Cuauhkowski”, y no porque me quiera comparar con uno de mis escritores preferidos. Es más bien porque el alcohol inspira (al menos para mí) y me ayuda a soltar o decir todo aquello que a lo mejor en estado sobrio no me atrevería a escribir… Es como mi terapia personal, en donde me expreso y vuelvo a vivir esos momentos que quedaron atrapados en mi memoria. Y al escribirlos, desato esas sensaciones que tuve en su momento. Porque hay momentos que vale la pena volver a vivir; así como hay otros que valen la pena compartir. Y otros tantos, son para plasmarlos y sepultarlos. Aunque más de uno resucitará de vez en cuando, porque habrá muchos que serán inmortales hasta el día que yo muera.
Así que creí, que sería oportuno contar un poco más a detalle de dónde surgieron y qué me llevó a escribirlas… En fin, hay frases que merecen una explicación.
“Frases que merecen una historia”.
Cuauhkowski
Había escuchado que mezclar el alcohol con el volante puede ser mortal, fatídico y nada recomendable. El alcohol en exceso nunca conlleva a nada bueno, o al menos eso es lo que siempre había creído.
Porque siempre he escuchado historias que terminan en tragedia gracias al alcohol, pero… ¿Cuál podría ser el resultado de mezclar el alcohol, un cigarrillo y un teclado mientras escribes en soledad a mitad de la noche? En estado etílico. Cuando los recuerdos llegan, cuando el alcohol sacude tantos momentos y reflexiones; cuando te quitas los tabúes y te hablas a ti mismo con sinceridad y lo dejas plasmado tal y como lo sentiste en ese momento.
Bueno, pues este es el resultado de lo que puede hacer el alcohol mezclado con un cigarrillo, un teclado y muchos recuerdos.
Bienvenidos a Cuauhkowski: reflexiones, vivencias y algo más… Al final de cuentas, mezclar el alcohol con la escritura, a veces puede ser una buena terapia.
PSICOLOQUÍA
No sé exactamente cuándo comenzó, ni cuál fue el verdadero detonante. Tal vez fue la mezcla de varios sucesos, pensamientos y sentimientos que, juntos, lograron romper las cadenas del demonio que todos llevamos dentro. Tal vez fue la rutina, el extremo aislamiento y la soledad impuesta por mí mismo. Porque yo fui quien provocó que una noche saliera mi asesino, mi verdugo que por muchos años me susurró cada noche al oído: “Quítate la vida, ya no queda nada por hacer” … Sí, lo recuerdo bien, ese sería el primer pensamiento suicida que quiso matarme, y por poco lo logra.
*Según la Organización Mundial de la Salud, cada año más de ochocientas mil personas se quitan la vida, esa cifra no es nada comparada con los millones que sufren de pensamientos suicidas.
Mi locura III
Gracias por ser una vez más parte de mi locura, esta es la tercera entrega de relatos, microrrelatos, cuentos y algo más. Pero ahora creo que tiene un extra, algunas historias que encontrarán, sobre todo en las que terminarán en «Confesiones» que, algunos relatos fueron a causa de mi imaginación, y otros los recibí por personas anónimas; que decidieron contarme sus “confesiones” y, a decir verdad, no tengo las pruebas que sean ciertas, pero tampoco dudo de su veracidad, porque tenemos que reconocer que la realidad suele superar a la ficción. Así que gracias por leerme una vez más y, poco a poco se van alcanzando mis objetivos que no es gracias a mi locura, es gracias a los cientos de personas que me leen a diario. Sin ustedes no tendría motivos para escribir. Son ustedes el motor de mi imaginación, son el engranaje de mi locura. Espero les guste y, bienvenidos a Mi locura III
Mi locura II
Sí, estoy seguro de cómo comenzó esta locura. Estaba bebiendo como cada sábado y de pronto me llegó ese recuerdo, de esos que crees que estaban olvidados. Que en tu mente creíste que ya no existían más o que tan sólo era una imagen difusa de tu pasado.
Sí, lo recuerdo bien, esa noche algo me dijo que la locura hacía su aparición. ¿Cómo un simple recuerdo puede volverte loco? Es impresionante como de un momento a otro se puede perder el piso, la realidad, la cordura, la sensatez.
Estar loco de repente es como cualquier otra enfermedad. Un día estás bien y al otro eres diabético, una semana antes eras una persona sana y una mañana, sin ni siquiera esperarlo amaneces con un dolor de rodilla. O como mi abuela Petra, que se fue a dormir tranquila y en la mañana cuando despertó, había perdido la vista. Así, sin más.
Lo mismo sucede con el cigarrillo; fumo sin saber cuál será el que ocasione un declive en mi vida. O ese último trago que dinamite el último esfuerzo de mi hígado.
Así son la mayoría de las enfermedades. Muchas de ellas te llegan sin previo aviso y ni cuenta te diste cuando ya las tenías encima de ti, viviendo de ti, muriendo con ellas.
Mi locura no fue así; mi enfermedad yo la ocasioné, lo recuerdo bien. Fue un simple recuerdo, uno de los que creía olvidados. Y después mi locura no dio marcha atrás, La alimenté, la acepté como se acepta lo inevitable. Como hace un alcohólico cuando sabe que mismo si deja de beber, igual morirá de cirrosis. Así acepté mi locura que de un recuerdo pasó a ser una imagen, una ilusión, una mentira hecha realidad que podría pasar a una eternidad. De repente te das cuenta que tu realidad no podrá volver a ser la misma.
Tu locura avanza vertiginosamente cada vez más sin poder evitarlo, sin poderla detener. Ves gente, mundos, vidas. Eres capaz de ver los sonidos y escuchar los silencios. Dejé que mi locura me atrapara, simplemente me dejé llevar por ella. Se adueñó de mí. Y cuando menos lo esperaba.
Mi locura ya estaba escribiendo.
Mi locura
Tranquila… esto no tiene que ser frustrante; no tiene que ser corto o largo. Te aconsejo que te tomes tu tiempo. Llegaste al lugar indicado aunque aún tengas tus dudas. Pero créeme, estás en el lugar indicado o, ¿podría decir en los lugares indicados? No lo sé, espero que sí, y entre más lugares mejor.
Bien, por ahora quiero que controles tu respiración. Quiero que te desconectes de este mundo lo más lejano que puedas. Si es posible apaga el teléfono, desconéctate de las redes sociales y manda (a no ser que sea una prioridad) a todo el mundo al carajo.
Acomoda la luz de la manera que te haga sentir bien, a gusto, relajada, tranquila. Si tienes la posibilidad sírvete un trago de lo que más te guste, o un café, un cigarrillo, una cerveza o mismo. ¿Qué más da? Fórjate ese churro de marihuana si eso te hace sentir bien. De hecho, si te da la gana mezcla el café con el cigarro, o la cerveza con el churro, o el café con un poco de alcohol, o la combinación que sea de tu agrado. No te avergüences, todos tenemos vicios y por ahí dijo alguien alguna vez: ‹‹hay que tener un vicio para sentirse humano›› así que siéntete libre de hacerlo mientras no perjudiques a nadie más.
Quiero que entres en un trance de valemadrismo. No te preocupes por eso, la gente siempre te va a criticar por cualquier mierda y esta no será la excepción. Estás en la mejor etapa de hacer esto. Ya hubiera querido Charles Dickens, William Shakespeare, Ernest Hemingway, Oscar Wilde y muchos otros tener la libertad que tú tienes en este momento… Tú, en este momento tienes la libertad de decir y expresarte de la manera que te dé tu jodida gana. Y si te critican, mandalos al puto infierno y no te avergüences por eso. Imagina, reflexiona, si ni el mismo Dios ha estado libre de críticas. ¿Qué te hace pensar que tú no lo estarás?
Por el momento no te fijes en las comas, en los gerundios, en los puntos, punto y coma, dos puntos y en las pinches esdrújulas que aún no puedo dominar… no te preocupes por eso. Tú tienes algo que vale más que esas pinches reglas jodidas que de seguro las aprenderás con el tiempo. Por el momento tienes ese don que ya muchos quisieran tener.
¡Ohhh sí! Ya muchos expertos en literatura que manejan a la perfección las reglas gramaticales y el arte de redactar quisieran tener el don que tú tienes… porque podrán redactar bonito, grandioso, pero muchos de ellos no tienen ni la más mínima parte de imaginación para crear mundos y vidas.
Poner un pinche punto y coma cualquiera lo aprende. Pero crear mundos, historias, fantasías, vida... eso, querida amiga, no cualquiera puede, con eso se nace y habrá gente que por más que vaya a talleres, nunca se le va a dar ese don que tú ya traes por naturaleza. Así como a mí que las putas matemáticas por más talleres a los que asistí jamás se me dieron.
Ahora bien, agarra tu taza de café, prende tu cigarrillo, sírvete ese trago, cierra los ojos, abre tu mente y abróchate bien el cinturón de seguridad. Porque después de este viaje no habrá regreso. Da ese primer trago o esa calada a lo que sea que te estés fumando… Y ESCRIBE.
Diez personas sin suerte
El reloj marcaba las 6:00 pm En una pared “gris” con numerosas partes en su estructura que mostraba que alguna vez en su interior, esa pared había sido blanca.
Era una antigua aula de una escuela secundaria que estaba en remodelación, pero que el organizador del evento, había podido sobornar al maestro albañil encargado de la obra con un cartón de 24 cervezas para que lo dejara hacer dicho evento.
Jorge Rosado, fue la persona que tuvo la idea de juntar un pequeño grupo de personas en Facebook para hablar de experiencias o, mejor dicho, de malas experiencias.
Un hombre de 37 años prácticamente virgen, una ex convicta, un infiel, Un hombre que es confundido con un narcotraficante, una periodista buscada por la interpol, un joven asaltado 3 veces por el mismo delincuente, un psicólogo en la quiebra, un hombre con dos intentos fallidos de suicidio y una ex prostituta. Son los personajes que llegarán a la cita.
Siete hombres y tres mujeres que estarán dispuestos a demostrar, que la mala suerte sí existe.
“Hay veces que, cuando uno está jodido, ayuda el saber que siempre habrá personas más jodidas que uno”
(Don lucho. El maestro albañil)
Experiencias de algún amor
Nuestro cerebro es una maravilla, nuestro cerebro puede albergar de 86 mil a 100 mil millones de neuronas. Tiene la capacidad de distinguir más de un billón de olores, puede identificar más de 100 graduaciones de colores sin tomar en cuenta las combinaciones de los mismos. Al hacerlo se generan más de un millón de tonos diferentes. Puede recopilar por así decirlo más de 2,5 peta bytes, que es un aproximado a un millón de gigabytes que si lo ponemos en lenguaje tecnológico, Tiene una capacidad de aprendizaje prácticamente ilimitado desde que nacemos hasta que dejamos de existir.
Nuestro cerebro es un milagro de la naturaleza. Pero no es perfecto. Porque ni sus pinches 86 mil millones de neuronas, ni su billón de olores, o su millón de colores, sin dejar de mencionar la fantástica capacidad de almacenamiento de memorias y aprendizaje que obtiene a lo largo de nuestras vidas, sirve de algo cuando se enamora.
Ahí queridos lectores, es cuando se tuerce toda la perfección de la naturaleza, o como dirían en mi país, ahí fue donde la puerca torció el rabo. Es por eso que decidí llegar al asunto de esto de una vez por todas, porque ya estuvo bueno que el amor nos vea la cara de idiotas cada vez que se le antoje. ¡Carajo!, ¿Cómo es posible que un individuo tenga la capacidad de aprender a leer, a escribir, a manejar una nave espacial, crear un reactor nuclear, a dominar hasta diez idiomas o mismo, a sacar cálculos matemáticos mentales de 10 cifras y no tenga la capacidad de reconocer cuanto te están viendo la cara de idiota en cuestiones amorosas?
Así que en esta ocasión vamos a descubrir si es falta de conciencia analítica, falta de amor propio, exceso de fantasías o simplemente nos gusta la mala vida. Hoy vamos a hablar de Experiencias de algún amor.
Historias de algún bar
¿Introducción? ¿Prologo? ¿Qué más da? No soy escritor, de hecho tengo muchas faltas de ortografía, no conozco las leyes de literatura para crear un libro, vamos, no terminé ni el bachillerato, soy un pobre iletrado amante de la lectura, eso es lo único que puedo decir. Eso del participio, que es la forma no personal del verbo, que al igual que el gerundio y el infinitivo suelen emplearse para organizar tiempos compuestos como el presente perfecto o el pluscuamperfecto jamás se me dio, nunca entendí un carajo ni pude con eso aun siendo hijo de padre y madre al servicio de la educación.
Pero como decimos en mi natal México, dejémonos de chingaderas y vamos al grano, que no llegué hasta aquí para formalidades literarias, estoy aquí para contarles historias reales, cosas que existen, cosas que nos pasan a todos y estamos expuestos a la hora de cruzar esa puerta de cualquier bar.
«Cosas», mientras le doy un trago a mi cerveza, me quedé pensando en esa palabra tan sencilla que se puede convertir en algo positivo o negativo cuando el alcohol está de por medio. Porque es verdad que dentro de un bar siempre sale algo, bueno o malo, al final siempre pasan cosas. Personas que solo se divierten, otras que hacen el ridículo, otras que hablan de triunfos, fracasos, amor, desamor, verdades, mentiras, infidelidades, alguien llega a tu vida, otra se va para siempre, un hola, un adiós, en fin. Un bar encierra miles de historias y muchas resacas.
Es por eso que hoy les traigo esta lectura sin maquillaje, sin tapujos, sin tanta caca y formalidad, les traigo mi historia, la de ustedes. Porque estoy seguro que más de uno se sentirá identificado, así que pónganse cómodos, y si pueden sírvanse un trago, que hoy vamos a hablar de HISTORIAS DE ALGÚN BAR.