Premio acumulado:

€ 105.00

II Concurso de Cuentos
Premio acumulado:

€ 58.00

II Concurso de Microrrelatos
Lun11Dic202306:37
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Autor: Adriana Mesiano
Género: Microrrelato

Metaverso (Micro ganador)


Abrí la puerta de nuestra habitación con delicadeza para no molestar, por si mi marido dormía, pero vi una sonrisa estupenda dibujarse por debajo de su visor para la realidad virtual y me alejé en silencio. Fuí al balcón, a ver los astros que, en esa maravillosa noche de San Lorenzo y con el cielo despejado, parecían fruto de un mundo inventado por un soñador, pero eran reales. Mientras veía estrellas caer y otras fijas en su trono, pensé que Gustavo estaría bailando con alguna mujer virtual en el metaverso. De golpe sentí el frío de la noche penetrarme en los huesos, pensé por unos segundos que podía ser virtual, pero no lo era. Empujé mi silla de ruedas hasta la casa y cerré la puerta.

Lun04Dic202302:49
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Autor: Ariel Lowenstein
Género: Microrrelato

Los vestigios hablaron

Los vestigios hablaron.

   Tenía que suceder que un día, de las entrañas de la tierra resurgieran los vestigios de una civilización; que brotaran, de valles y desiertos las desmesuradas ruinas de antiquísimas urbes. Monolitos acunados en cimientos de piedra emergieron junto a los muertos arropados por sudarios de cal.

El pasado podía leerse en cada ladrillo, en cada osamenta, en cada sedimento rocoso. La piedra bombardeada les hablaba de guerras. Los cadáveres destrozados les contaron historias de masacres y cada cartucho vacío de pólvora y cada gota de sangre seca narraron la historia de uno, o de varios holocaustos.

Con premura los vivos enterraron los restos. Deseosos de olvidar lo que no querían saber sepultaron bajo tierra y arena los misterios de un pasado impío. Y cubrieron con ceniza la superficie, para que el horror de la muerte cubriera el horror de lo posible.  

Mar28Nov202303:06
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Autor: Cuauhtémoc Ponce
Género: Microrrelato

Sin razón alguna

Si me preguntan qué fue lo que pasó, es que realmente no lo sé… Tampoco es que hubiera bebido tanto, porque no acostumbro beber en exceso cuando no estoy en casa. Caminaba por la calle cuando una lluvia otoñal se mezcló con un poco de frío llegando el atardecer, así que me refugié en la barra del primer bar que encontré por el camino y pedí una cerveza… La pequeña, pero tupida lluvia anunciaba que eso no terminaría pronto, pero tampoco es que llevara prisa por regresar. Así que me puse cómodo en aquel solitario lugar, y mientras veía a través de la ventana las gotas resbalar por el cristal, fui pidiendo unos cuantos tragos más. De fondo se escuchaba música tranquila, melodías que hace tiempo no escuchaba, —¿le parece bien la música que hay, o quiere escuchar otra cosa? —me preguntó una joven de algunos veinticinco años.

—No, deja la música como está, va acorde al frío y la lluvia, mejor sírveme otra cerveza — le contesté, y seguí un par de horas dentro de ese lugar… Terminé mi último trago, pagué la cuenta y al salir fue cuando sucedió; fue algo nuevo para mí porque nunca me había pasado… Me sentía enamorado; tanto así que llegué a sentir esas mariposas en el estómago que hace tiempo no sentía y no pude evitar soltar un suspiro; estaba enamorado, y lo mejor de todo, es que fue sin razón alguna; sin pensar en nadie, sin hablar con nadie, y fue mi primera vez que me enamoré, tal vez por el simple hecho de existir.

© Cuauhtémoc Ponce.        

Dom26Nov202320:35
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Autor: Omar La Rosa
Género: Microrrelato

Velas Negras

Acercarme a ti es una aventura solitaria, como enfrentar la mar en mi vieja barca.

Igual que navegar, estar a tu lado despierta en mí las pasiones más viriles y humanas…

El desafío de estar en tus brazos solo se equipara a estar en brazos del mar.

Como el mar eres una delicia cuando estas tranquila y la suave brisa mese tus cabellos, igual que la mar eres de temer cuando vientos de cólera ensortijan tu guedeja.

Como él mar eres para mí una pendiente sentencia de muerte a la que no puedo escapar, una llamada atávica a la que no me puedo sustraer aun a sabiendas del peligro que me acecha.

Como el mar eres toda promesas y la imagen de mi vela hinchada por el viento penetrando el misterio de tus olas es el acicate que me impulsa a enfrentar los mayores peligros.

Marinero al fin no tengo alternativa a mi destino, perecer en tus brazos.

© Marcial Apuleyo

Sáb11Nov202300:31
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Autor: Guillermo Genta
Género: Microrrelato

Maria Paz

Pcia de Buenos Aires. La Matanza. Isidro Casanova.
María Paz Nom (67 años)
Jueves 9/11/2023. 17h
- Como el día está lindo antes de cebarme unos mates salgo un rato a la calle a tomar aire fresco y de paso charlo con algún vecino amigo que pase. Si la veo a Susana le voy a preguntar por su mamá María que la internaron la semana pasada. La pobre mujer tuvo un ACV y no se sabe si quedará bien.
María Paz se pone en la puerta de su casa a disfrutar del sol, dispuesta a conversar con el primer vecino amigo que pase. De pronto, un auto rojo robado, perseguido por la policía, viene por la calle a toda velocidad, descontrolado sube a la vereda y atropella a Paz sentada en su silla de ruedas. Muere a las pocas horas en el hospital rodeada por sus vecinos. Seguro ella hubiera preferido otro tipo de encuentro con ellos.
Sáb04Nov202322:40
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Autor: Omar La Rosa
Género: Microrrelato

La foto del face

La foto del facebook

Embobado se quedo mirando las imágenes subidas en una página de facebook.

Después de más de 30 años la foto le traía viejos recuerdos al ver su  joven rostro, junto con las caras de cada uno de los compañeros.

Ahí estaban todos los del cuartel de bomberos donde trabajaba en esa época y entre ellos “el Walter”, “loquillo” le decían…, un pibe raro, siempre contento, pero con esa alegría de la boca para afuera, sus ojos nunca reían.

Recordó del viaje ese que habían hecho juntos, él, “el Walter” y 2 más, en un viejo auto que no podía viajar a más de 80 km/h.

Como 700 km hicieron en esas condiciones, sin que el velocímetro superara nunca esa mínima marca.

El regreso lo hicieron a la misma velocidad y, por supuesto, llegaron tarde.

El Walter, único militar del grupo, quedo preso, por no presentarse a tiempo. Pobre pibe, ¿Qué habrá sido de él?

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Miro detenidamente la foto, ahí estaban todos, incluso el civil ese que lo había convencido de acompañarlo en ese “carromato” de “m…” que parecía andar a pedal.

Al que deberían haber puesto preso al regreso era a ese tipo, no a él.

¡Recién egresado y preso por llegar tarde!, eso manchó su foja y marco su vida…

Más de 30 años esperando, sin saber nada del tipo ese y de pronto ahí aparecía de nuevo en esa foto del facebook.

Se relamió, mientras anotaba la dirección del que había hecho el posteo.

La venganza es un plato que se sirve frio.

(c) Omar R. La Rosa

Vie03Nov202300:40
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Autor: Ariel Lowenstein
Género: Microrrelato

Bajo credo paterno

Bajo credo paterno.

  Le apuntó directamente a los ojos con el pulso firme, tal como su padre le había enseñado. Hay momentos en que un hombre no debe permitirse flaquear, y ese era uno de esos momentos. No podía errar el tiro a esa distancia; de todas formas no había en sus cálculos margen para el error. Ni para sentimentalismos.

  Pulso firme, respiración pausada, mirada fija. Reglas de las que no se debía desviar el buen tirador para dar en el blanco en el instante justo. Papá lo supo instruir muy bien en el polígono de tiro primero, y a campo abierto cuando salían de excursión a cazar garzas. Que jornadas aquellas, cacería y fogatas bajo las estrellas amigas…

  Lejanos tiempos idos. Ahora era un hombre mayor y cargaba entre manos una semiautomática nueve milímetros. No era su preferida. Gustaba de las armas cortas, pero si vas a matar a alguien tienes que demostrarle que eres un rufián de categoría; debes de hacerte respetar. “Y saber sentir odio, sobre todo. Sentirlo en la cabeza, y en el corazón”. Palabras de su padre que resonaban en la memoria del hijo bien aprendido.

  “No demorar. Decir las palabras justas que justifiquen tus actos” repitió, mentalmente, a su conciencia, por encima de la sentencia memorizada. Sin embargo, era dolorosamente consciente de la inutilidad de las palabras. No había casi nada que decir, a excepción de la corta despedida a alguien a quien se está por matar.

  Adiós, Papá -dijo- y disparó.

Mar24Oct202320:02
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Autor: Víctor Rodríguez Pérez
Género: Microrrelato

Abrazo entre dos ríos

Un buque fluvial remontaba su travesía lentamente. Llevaba en su cubierta la expedición de científicos que se había marcado el  propósito de determinar, el porqué en aquellos cauces de esos dos ríos, al instante de encontrarse sus aguas, se dejaba escuchar un sonido como de voces cantarinas y una algarabía semejante a la de una fiesta, y desde allí, seguían un solo curso por el recodo prehistórico de aquella región inexplorada que presentaba ese espectáculo desconocido por el hombre del mundo moderno, hasta que una avioneta lo detectó, por las casualidades que siempre tropiezan al humano. Rendido el informe de rigor,  la tripulación había alertado a la institución científica que ahora enviaba una avanzada para estudiar de cerca el evento. Cada río, el más grande venido del norte, con sus aguas de tonalidades oscuras y  voces rugientes y el más pequeño, de aguas claras y voces tenues, y venido del sur, tomaba la curva más cerrada que se pudiera imaginar y en el choque de sus olas, se elevaba un chorro espumante, como un resoplido de ballena feliz y una llovizna alrededor desprendía murmullos de alegría en una celebración entusiasta, prosiguiendo un solo canal, ahora entremezclados y revueltos, pero con una línea equilibrada, como si se hubiera dado un pacto tácito entre los derechos de cada uno, para unirse al mismo tiempo con el mar océano que les aceptaba esta entrega sin diferenciar cuáles eran las aguas de uno y cuáles eran las aguas del otro.     

—Tenían razón, los que nos alertaron desde la avioneta —dijo uno de los científicos. Estos ríos, al entrelazarse en este punto común de sus respectivos recorridos, pareciera que elevaran al cielo hosannas llenas de entusiasmo y contento, como si los hiciese feliz el seguir juntos el recorrido, hasta el océano.

—Estamos en presencia de un suceso extraordinario —dijo otro de los científicos cuando vio que, en efecto, las aguas oscuras y ruidosas de un río y las aguas claras y silenciosas del otro, se habían unido en un abrazo sostenido y trazando una columna bastante elevada, como las fumarolas de un géiser, seguían un canal común de  navegación, formando una espléndida línea de color neutral entre sus colores originarios y al entregar su tributo acuífero al mar, seguía oyéndose un murmullo complacido. Tal vez por haber alcanzado, al unísono, la meta acordada.

Lun16Oct202319:16
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Autor: Albin Lainez
Género: Microrrelato

Reptiliano

Cuando abrió los ojos, sorprendido descubrió que su cuerpo parecía elástico y estaba cubierto de lustrosas escamas verde azules, además era extraordinariamente largo. Carente de extremidades, yacía sobre la hojarasca enroscado sobre sí mismo.
Una necesidad desconocida le urgía en el angostado paladar.
Siseando, reptó hacia el nido de los pichones.

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imagen: https://instagram.com/raoof.h?igshid=MzRlODBiNWFlZA==

Sáb14Oct202304:32
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Autor: Guillermo Genta
Género: Microrrelato

Café literario

Cabizbajo y meditabundo, con un libro en la mano se sienta, pide, como siempre, con gestos de los dedos pulgar, índice y mayor de la mano derecha, un cortado en pocillo con dos medialuna. Mirando por la ventana la reverberación del sol en las hojas de los árboles, movidas por la suave y cálida brisa de la mañana de una primavera que nace prometedora, se pone a pensar en lo que fue, en lo que no fue y a soñar en lo que será. Lo interrumpe el ruido seco al apoyar el mozo la tasa humeante en la mesa. Cuando éste se marcha, ambos se miran y sonríen cómplices. Se inclina, toma un sorbo pequeño, cuidando de no quemarse, y lo saborea como si fuera el último. Ya satisfecho, porque con ese acto confirma que el día comienza en la dirección esperada, abre el libro en la última página que leyó, marcada con una flor seca, y poco a poco se deja llevar por la música y el ritmo de las palabras de quién, el siente, lo escribió para él.

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