BUENAS NOCHES
–¡Buenas noches! –le dije a mi hijo besándole la frente.
–¡Papá, tengo miedo! ¡Hay un monstruo dentro del armario! –exclamó tembloroso, con los ojos apenas visibles tras el acolchado.
–Pero si acá no hay nada, vas a ver que no hay más que tu ropa… Y le sonreí con ternura abriendo la puerta del mueble para tranquilizarlo. Sentí que era succionado y la puerta se cerraba de un golpe. Cuando los colmillos comenzaron a desgarrarme, todavía podía escuchar la voz de mi pequeño riendo a carcajadas.