No me gusta más ese payaso. Siempre ahí, sentado, mirándome desde la silla en la que lo dejo cada noche. Cuando yo era chico, jugaba mucho con él y dormía abrazándolo. Pero hace una semana le pedí a mamá que se lo llevara. Así que lo tiraron entre los muñecos de la otra habitación.
Hoy me acosté y escuché risas en toda la casa. Tengo miedo de que haya llamado a sus amigos. Es que el circo está muy cerca. Y puede que papá se haya olvidado de anestesiarlo.