¡QUÉ BELLA ES LA MUERTE CUANDO AVISA!
“La vida es un suspiro, por ello pienso en como morir toda la muerte”
Alher Palujo
Mis pies hinchados transmitían un calambre insistente amenazando a cubrir todo mi cuerpo. La esperanza abunda cuando joven, reboza su aliento y mece el espíritu. Pero, mi juventud se desvanecía en vanos intentos de recuperarme, miraba atrás, al pasado, como a cien años perdidos unos, en mi pecho otros. Cuántos rostros pierden sus colores y el sepia los va sumergiendo en el olvido. Resisto, pero el dolor es tan fuerte en el alma como en mis pies, que me advierten que ya no podrán sostenerse firmes, estoicos, para que no renuncie un sorbo más. A lo lejos los paisajes empezaban a reconocerme, y yo sentía el perfume ardiente de algarroba exitandose al sol. Unos pasos más y seré tuyo, ¡almendra que inserta sabores a mi boca! ¡Uva sedienta de mis besos! ¡Chispa que percute mi sangre espesa, lenta!
El tiempo fue flaqueando poco a poco, mis manos agrestes dejaron de ser fuertes, la luna se había adosado a mis pupilas como un velo; hermosos rubíes destellan mis párpados dibujando mis más íntimos recuerdos… ¡Que bella es la muerte cuando avisa, cuando recita sus amores meridianos entre ella y la vida! Y yo, soy cómplice en las mías, muerte y vida, vida y muerte; que insignificancia el orden cuando la incertidumbre es la única guía. Bailo tu poesía mujer, estoy llegando a tus costas. La casa, un sueño… solos ya y juntos, la agonía de verternos al cauce esperanzado de otra vida. Y pasé por el jardín, pise la embaldosada galería, entré al mundo que deje un día y entre las paredes, los olores a cocina, a murmullos de tu risa… ausentes, no te hallabas vida mia.
Comprendí como un destello en mi lenta agonía, que tú, mi amada, te habías olvidado de esperarme y renegando de la muerte, nunca sabré el porqué y por dónde, habías resuelto volver a la vida.