No te voy a relatar mi andar por los caminos, entre automóviles abandonados, las calles con cuerpos en descomposición, las moscas insoportables y el olor nauseabundo... no voy a decir como uno termina disfrutando clavar un cuchillo en la cabeza de lo que antes era una persona y ahora llamamos isleño.
No les voy a contar como el mundo cambió y yo también, después de un simple mordisco.
Ser o no ser...
La transformación es inevitable, pero el dolor... el dolor es otra cosa, puede desaparecer, tan solo es necesario alimentarse. Para nosotros es como engullir un gran bistec muy, pero muy jugoso, para uds. una aberración. Pero que pretenden si Hollywood creó demasiada fantasía referida a nosotros, muchas historias de Walking Dead, pero las cosas y los tiempos en que suceden esas películas no son los reales, las historias que te cuentan transcurren en apenas minutos, horas tal vez, la realidad es otra, una vez infectado puede pasar días y hasta semanas en descubrir que finalmente te convertirás en un isleño, así nos llaman, zombies o muertos vivos resultaban términos agresivos, algo demodé si se quiere, por lo menos desde que George Romero se convirtió en isleño. Por eso desalojar Oceanía y convertirla en una gran reserva fue la mejor opción para respetar la voluntad de nuestros familiares, mantenernos en este mundo independientemente de la crueldad que significa convertirse y perder lo poco de humanidad que aún tenemos. El alimento es un tema, mientras aún concientes puede ser cualquier animal aunque algunos llegan a la gran isla y ya comienzan a despuntar el vicio de probar carne humana. No es mi caso, yo hace sesenta y tres días que fui diagnosticado y recién ahora he comenzado a comer la carne cruda, el problema surge cuando perdemos el control, en la inconciencia somos peligrosos, tan peligrosos como esos otros. Por eso las islas son una buena manera de mantenernos aislados, nunca mejor utilizado el término y es así hasta que no queda otra que dejarte a tu suerte en la gran Australia donde solo existen dos maneras de llegar, perdido por el bistec o siéndolo.