Aquel hotel junto a la playa había sido durante años su refugio de verano, el lugar al que acudía para desconectar del estrés del trabajo diario. Aquel hotel, cobijo de matrimonios con hijos, jubilados en busca de descanso, estudiantes ansiosos de diversión tras un curso duro y exigente, escritores en busca de inspiración, solteros como él, en busca de aventuras. Todos eran bienvenidos a aquel hotel junto a la playa.
Habian sido días de diversión, de excesos en todos los sentidos, pero que le habían permitido abstraerse de sus quehaceres diarios. A partir de mañana volveria a su rutina habitual. Alli se encontraba ahora, recostado en el sofá del salón de su domicilio, observando la lluvia caer sobre los cristales, con las llaves de la casa en la mano. Recordaba la última imagen en el hall del hotel, el momento en el que entró por la puerta principal, y allí estaba ella con su belleza morena, con su pelo revuelto, y las maletas de viaje. “Se acabó, me vuelvo a mi país”- le dijo, y se fundieron en un emotivo abrazo. . El verano llegaba a su fin, y con el cambio de estación, el comienzo de la cuenta atrás hacia el siguiente.