Aquel día, esperaba bajo el gran árbol de magnolia... El aroma de ese día era distinto. Al cerrar mis parpados, sentía como una brisa fresca me acobijaba. Al abrirlos pude verte; ya me habían advertido de ti, de ese aroma a libertad y amor que desprendían de ti. ¡Tuve curiosidad!
Te esperé sin miedo a que cautivaras mi alma. Me sentía atraída a ti... Cuando te acercaste, solo en ese instante lo supe: Eras hermoso, cálido y desprendías un aroma peculiar que me arropaba el alma... Aquello era etéreo, un espectáculo que no quería dejar de presenciar.
En ese instante, supe que te elegiría a ti para amarte.