Detalles, sí, los detalles son fundamentales para enamorar, para adquirir el empleo de tu vida o que te conviertas en el sicario preferido de la más peligrosa célula delictiva… A veces no se necesita de tanta inteligencia; es más bien tener ese “ojo clínico, observador”, porque no es lo mismo ver que observar, y eso hace que las personas detallistas lleven la delantera ante la inteligencia.
En el mundo hay mucha gente inteligente; de eso no hay duda, pero sigo creyendo que las personas detallistas escasean, convirtiendo así a una persona “inteligente”, a una persona ordinaria que no tiene nada de diferente a muchas otras. ¿La diferencia? …, los detalles, los benditos detalles.
Imaginemos una mujer, donde decenas de chicos la pretenden y quisieran conquistarla: hombres guapos, atléticos, con buena economía y futuro prometedor… Machos que se creen “alfa”, ignorantes que por el tan sólo hecho de obtener cosas materiales, o poseer un atractivo “especial”, los hace diferentes a los demás. Ignorando que la mujer por naturaleza es un ser que le gustan los detalles; porque un pequeño detalle enamora más que un auto último modelo… Nada como un chico que sepa bailar, tocar la guitara, un saxofón o que escriba poesías originales…, un chico que le cuente la historia del conejo que habita en la luna, o historias mágicas que llenen su mundo de fantasías; porque la mujer es fantasía, es sueños e imaginación infinita. Y a ella le enamoran los detalles, los pequeños detalles.
Me imagino un edificio enorme, lujoso en donde se encuentra una de las empresas más importantes del mundo. Me imagino a una joven de mediana edad, con un curriculum en la mano, esperando a que salga la anterior que está dentro de una oficina siendo entrevistada para ese puesto importante de ser la secretaria personal de nada menos, que el director de esa transnacional… Ella está ahí, sentada y de pronto sale una rubia joven, despampanante, de algunos veinticuatro años de edad; elegante y bien vestida con tacones altos. Su seguridad se ve a kilómetros; al igual que sus firmes pechos y caderas que van acorde con su silueta… Cinco minutos más tarde sale una mujer y le dice que el señor William la espera para entrevistarla. Ella toma asiento, entrega sus documentos. El hombre va al grano, y mientras revisa la experiencia de la mujer le dice. —La aspirante que acaba de salir, tiene una experiencia muy similar a la suya: habla inglés, francés, es buena con la administración y está dispuesta a viajar. Dígame una cosa, ¿por qué tendría que contratarla a usted y no a ella? —. Y la chica simplemente suelta una respuesta contundente, segura de sí misma y dice. —Porque soy su mejor opción; soy comprometida, fiel a la empresa en la que trabajo y la defenderé con mi vida de ser necesario; y lo mejor de todo, sé guardar hasta el más oscuro secreto—. ¿Se dan cuenta? Esa frase final, ese “oscuro secreto” no fue más que el pequeño detalle que la hizo muy diferente a cualquier otra que tuviera los mismos conocimientos que ella…, y ese detalle, créanme, sabe hacer diferencias.
Un capo de la mafia, el más buscado, siempre tiene a su alrededor decenas de guardaespaldas, hombres que ganan bien por salvaguardar la vida de ese hombre. Pero como todo capo, tiene rivales, competencia que lo quieren ver muerto o desaparecer… Así como siempre tiene un brazo derecho; aquel hombre de confianza que se encarga de los trabajos “especiales”. ¿Pero qué sucede? Un día pierde a su elemento de confianza y tiene que remplazarlo por alguien que esté a la altura, porque ese puesto no es para cualquiera; se necesita temple, valor y que no dude en hacer lo que sea, al precio que sea con tal de mantener el control y la reputación de la organización criminal… Ahora ese capo, se dirige a sus elementos; les ordena que quiere ver muerto a la persona que le quitó la vida a su mejor hombre…, quiere su cadáver.
—Deme la oportunidad a mí, patrón, que yo se lo traigo —se escucha decir a un joven recién reclutado. Y el capo le da la oportunidad que, en menos de cuarenta y ocho horas, se convertiría en su nuevo hombre de confianza. Y no es porque el chico hubiera matado a la persona que el capo quería sin vida; eso lo hubiera hecho cualquier otro, y es que el chico fue más allá, él no le llevó un simple y vulgar cadáver, él entró a su oficina con una cabeza cortada en una bolsa de plástico; haciéndolo el más temerario, “distinto a los demás” … Es el mismo trabajo, el mismo ejecutado, pero que una cabeza cercenada hizo la diferencia… Detalles; sí, los detalles son fundamentales para enamorar, para adquirir el empleo de tu vida, o que te conviertas en el sicario preferido de la más peligrosa célula delictiva.
© Cuauhtémoc Ponce.