—Primera llamada para despegar— se escuchó la voz del piloto en la cabina del avión cuando tomaba mi vuelo de regreso… —Segunda llamada para despegar— volvió a decir a los quince minutos, y así seguimos esperando por más tiempo mientras mi impaciencia comenzaba a aparecer. —Tercera llamada para despegar, repito, esta es la tercera y última llamada— se escuchó una vez más. “Pues despega de una jodida vez, ¿para qué tanto maldito aviso?” Pensé molesto, mientras el avión comenzaba a moverse.
—A mí me engañó mi esposa con mi mejor amigo— me dijo el pasajero que viajaba a mi lado. —Se quedó con todo lo que trabajé en mi vida. ¿Y a usted? — me preguntó.
—¿A mí? — respondí confundido, sin saber qué decir.
—Sí, a usted.
—Bueno, primeramente quiero que sepa que es horrible lo que a usted le pasó, me imagino que no ha de ser nada agradable que lo traicionen con su mejor amigo y encima de todo le quiten por lo que luchó toda su vida… A mí también me han traicionado un par de veces; igual pudieron ser muchas más, uno a veces no se da cuenta de eso, pero son cosas de la vida— le contesté sin saber qué más argumentar, mientras el avión despegaba.
—¿Entonces no la puede olvidar? ¿Es eso?
Yo, confundido por las preguntas de ese hombre, no sabía exactamente a dónde quería llegar, pero tampoco quise ser grosero, así que le contesté: — Sí, claro que la pude olvidar, es un hecho pasado y aunque dolió un poco, ya todo está perdonado y olvidado. Al menos por mi parte— le respondí.
—¡Ya lo sé! Usted es un don nadie, un fracasado que perdió todo su dinero, ¿es eso?
—¡No! Tampoco mi vida es tan miserable; digo, no es que sea un jeque árabe, pero tampoco tengo de qué quejarme— le contesté ya con un poco de autoridad, pensando en llamar a algún sobrecargo para que pusiera orden.
—¿Es usted gay? ¿Tiene un amor no correspondido? ¿Asesinó a alguien? ¿Cometió una violación o hizo algo que no lo deje vivir en paz?
—¡Qué no! ¡Carajo! ¿Por qué me hace esas preguntas estúpidas? — contesté mientras apretaba el botón para que alguien de la tripulación llegara a poner al señor incómodo en su lugar, o mejor aún, en otro asiento lejos de mí.
—No se moleste conmigo, amigo, sólo quería saber los motivos del porqué está usted aquí. Si no quiere conversar, no lo molesto más, y morimos en silencio.
—¿Morimos en silencio? ¿Qué quiere decir con eso?
—¿No lo sabe? Aquí venimos puros hombres, por si no lo ha notado, no hay personal de sobrecargo— me contestó mientras me paraba rápidamente de mi asiento para constatar que decía la verdad; puros hombres veníamos en ese avión. Quise hacer una pregunta, pero ya no fue necesaria porque se escuchó por el altavoz decir al piloto: —Caballeros, no sé cuáles fueron sus razones de querer acompañarme en este viaje, pero fue un honor suicidarse a su lado, gracias por la solidaridad. En este momento, me dispongo a estrellar el avión— dijo mientras todos los pasajeros aplaudían… menos yo.
© Cuauhtémoc Ponce.
Mié03May202313:33
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- Género: Cuento
El vuelo
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Buen día. La historia me atrapó. Una original combinación entre humor y psicología. Me faltaron descripciones de personajes para poder visualizar completamente la escena. Muchas gracias. Saludos
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Gracias a ti por leerme :)
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Me atrapó mucho la historia. El dialogo es muy creíble y cotidiano. Gran final. Felicitaciones!
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