La cabaña
Sergio A. Amaya Santamaría
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LA CABAÑA
14/03/2021 2103147164715
El viento soplaba de manera inusual y los vidrios de las ventanas vibraban de forma alarmante, amenazaban con hacerse pedazos en cualquier momento. A través de las ventanas se miraban los árboles y matorrales sacudidos por las violentas ráfagas. Era a principios de diciembre y el borrascoso final del otoño presagiaba un invierno crudo y frío.
El hombre, de cabello canoso y bigote amarillento por el humo del tabaco, sentado en una mecedora, miraba el agitar de las plantas y escuchaba el crepitar de los leños en la chimenea; las piernas envueltas en un cobertor y la apagada pipa colgada inútil de la boca. Fuera de la difusa iluminación que el fuego de la chimenea proporcionaba en sus cercanías, el resto de la habitación se encontraba en penumbra. A cada movimiento de la mecedora, las tablas del piso rechinaban, agregaban un sonido adicional a los que el viento provocaba.
Una sombra pasó frente a la ventana e interrumpió el resplandor de los relámpagos por breves segundos. El hombre vio la sombra y pareció dibujar una leve sonrisa en el rostro, o tal vez fue solo era una mueca de… ¿disgusto?
Con calma se retiró la pipa de la boca, extrajo una bolsa de cuero del bolsillo del chaleco, recargó la cazoleta y le acercó un fósforo; un leve resplandor rojizo le iluminó la nariz y dio una gran calada, aspiró satisfecho el acre humo, luego lo exhaló con lentitud, paladeaba a cada instante el sabor dejado por el tabaco quemado.
«El hombre empezó a recordar, como en una película en blanco y negro, hechos y sucesos de su ya lejana juventud. Aquella tarde de un verano perdido en las brumas del tiempo. De la mano de su madre, en un parque floreado; había un pequeño lago, donde paseaban orgullosos los patos y los cisnes. Luego se miró en la escuela, recordó a una maestra hostil, que le tiraba de los cabellos y le azotaba con una regla. Pocos recuerdos gratos había del colegio; tuvo pocos amigos y varios de ellos ya estaban muertos. A su mente vinieron recuerdos de algunas chicas, amigas y novias; nunca concretó con ninguna y había llegado solo a la vejez. Trabajó en diversos oficios, siempre de ayudante y aprendiz, nunca como oficial. ¿Su padre?, no pensaba en él, no lo había conocido y su madre jamás le reveló el nombre; hasta que para él mismo fue natural pensar que nunca lo había tenido, su madre fue madre y padre. Esa casa en el bosque la adquirió a la muerte de su mamá, vendió la casa del pueblo y se hizo de esa cabaña; suficiente espacio para un hombre solitario»
Le gustaba la lectura, pero nunca atesoró libros, los buscaba en las bibliotecas y algunos volúmenes amontonados en un rincón, eran préstamos no devueltos a las instituciones. Lo que no le preocupaba.
La sombra cubrió la ventana y unos ojos brillantes parecieron mirarlo por un instante; un frío intenso le cubrió y la lumbre en la chimenea empezó a decaer. La sombra apareció ahora junto a la puerta, dentro de la cabaña. No podría describir al ser que se cubría con esa gran capa; una capucha ocultaba sus facciones y la penumbra existente dificultaba la identificación. No era necesario, el hombre sabía quién era y lo esperaba. De hecho, lo esperaba desde hacía muchos años, pero siempre se le mostró esquivo.
El visitante se acercó al hombre y se escuchó una voz profunda y grave:
─Es hora de partir, tal vez sientas que has esperado mucho tiempo, pero es algo que yo no comprendo. Para mí no hay ayer, ni mañana, solo el hoy y el instante, tenía ordenado que viniera por ti; no te pregunto si estás preparado; ello es intrascendente.
En ese momento, se extinguió por completo la llama de la chimenea; el último leño se había terminado y quedaban rescoldos humeantes. La pipa también se había apagado y colgaba de la boca del hombre. Su cabeza cayó lánguida y la barbilla tocó el pecho. Una breve vaporización se desprendió del cuerpo y junto con el visitante salieron a través de la puerta. Todo quedó en silencio y el viento cesó. Los relámpagos terminaron y una luna llena apareció por detrás de las nubes, que se alejaron con rumbo a la montaña.
FIN
Octubre 15 de 2011
Celaya, Gto.
Diciembre 28 de 2020
Playas de Rosarito, B.C.