Mar09May202323:18
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Autor: Álvaro Díaz
Género: Cuento

Del pasado incierto

Del pasado incierto

«…ya en las memorias un pasado ficticio ocupa el sitio de otro,
del que nada sabemos con certidumbre
—ni siquiera que es falso
».
Jorge Luis Borges
(“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” - 1940)

Recuerdo su sombra monumental contra el cielo rojizo de la escollera, con la espalda apoyada en una enorme roca, la caña de pescar en una mano y el cigarrillo en la otra. A veces, la roca se estira sobre él semejando un pico de águila o de cóndor. Recuerdo también que no fumaba, que pescaba con el sedal enrollado en una lata y acaso no era tan alto. Recuerdo la paz de su mirada compasiva, las palabras lentas y precisas. Recuerdo, creo, que no tenía nombre; solo un apodo como Porteño o Barragán, algo impersonal que. más que nombrarlo, se antojaba un adjetivo.

Creo recordar que habló de semiótica, de signos falaces que representan conceptos distintos para cada quien y rara vez repetimos con idéntico significado. Lo veo o lo sueño diciendo que, según el interlocutor, el contexto y hasta el estado de ánimo, palabras como verdad o admiración adquieren múltiples matices; que memoria puede ser sinónimo de recuerdo o permanencia, pero también de falsificación, mentira, invento… Sé que me asombró aquello y obró en mí algunas transformaciones.

Hay presencias fugaces que nos marcan para siempre; personajes que la memoria atesora pero también difumina, disfraza, corrige… Los recordamos hasta que, sin darnos cuenta, empezamos a recordar su recuerdo, a suplantar el hecho con una representación del hecho; todo se confunde entonces, se pierde en una bruma cada vez más densa que solo podemos disipar imaginando.

Ahora que soy viejo, como él era y sigue siendo, yo también sé que acaso no existió, y que si ese hombre magnífico que creo recordar leyera esto, diría que el verbo saber es alegórico; que así como los hebreos unieron los verbos llegar y ser para simular el futuro que su idioma no conjuga y darle nombre a su dios, nosotros, devotos de la Ciencia, deberíamos hacer lo mismo con los verbos creer y saber para dotar a ese Dios Nuestro de un mínimo sentido filosófico; diría que nada se sabe; que solo creemos saber. Y aunque no lo haya dicho nunca, aunque tal vez no existió como lo recuerdo, sé que lo diría porque intuyo que los huecos de la memoria se llenan con materia soñada, con ilusiones e ideales, de modo que esos personajes recordados que nos marcaron son, en buena parte, lo que una vez quisimos Llegar a Ser.

Imagino, sueño, intuyo, sé (sinónimos es este caso) que en esos recuerdos reinventados habitan ambiciones pendientes y fracasos cumplidos. Creo (y en la falacia del idioma conjugo aquí los verbos creer y crear al mismo tiempo) mis recuerdos hechos de partes perdidas de mí mismo, de un yo posible malogrado.

Hoy, con el río de Heráclito revuelto, intento juntar esos pedazos en otro muelle, frente al horizonte rojizo del ocaso, con la caña de pescar en una mano y el cigarrillo en la otra. A mi lado, un muchacho aguileño enrolla el sedal en una lata y habla de ser escritor, de su pasión por las letras, de la frustración que siente al sentirse tan lejos de quienes admira. Me observa fascinado y yo, que ya fracasé en mi intento de inventar la página, el párrafo, la frase que me justifique, apoyo la espalda en una enorme roca, me apiado de él y le digo:

—Las palabras, joven, son signos falaces. No sólo representan conceptos distintos para cada quien, sino que rara vez las repetimos con idéntico significado…

5 valoraciones

5 de 5 estrellas
Iván Silvero Salgueiro
Jurado Popular
  • 46
  • 24
hace 1 año
Comentario:

Capicúa de la memoria. Está muy bueno, Álvaro

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  • Álvaro Díaz Jurado Popular hace 1 año
    Hola, Iván. Gracias por la lectura y el comentario. Un abrazo.
samir karimo
Jurado Popular
  • 201
  • 27
hace 1 año
Comentario:

Esta última palabra resume lo todo

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  • Álvaro Díaz Jurado Popular hace 1 año
    Hola, Samir. Gracias por leerlo y comentar. Un abrazo.
Cris Morell Burgalat
Jurado Popular
  • 141
  • 11
hace 1 año
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hace 1 año
Comentario:

"—Las palabras, joven, son signos falaces. No sólo representan conceptos distintos para cada quien, sino que rara vez las repetimos con idéntico significado…" Me conmovió la síntesis en esa sola frase de una profunda reflexión. Tu narración es bellísima, las imágenes que se van desprendiendo del texto lo hacen deleitable. Leía en el comentario más abajo lo de "intento malogrado de historia cíclica" pero yo no lo creo así, yo creo que se nota la intención y está lograda. Abrazo!!

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  • Álvaro Díaz Jurado Popular hace 1 año
    Hola, Nadia. Me alegra que lo disfrutaras. En cuanto al intento "malogrado", es una percepción viciada por obsesiones ridículas: no puedo releer algo que escribí sin encontrarle defectos... Manías de viejo frustrado. Muchas gracias por leerlo y comentar. Un abrazo.
hace 1 año
Comentario:

Un atrapante tratado psicológico, Álvaro. "...esos personajes recordados ...lo que una vez quisimos llegar a ser", o, tal vez, "no llegar a ser". Las palabras son atuendos para nuestras verdades y mentiras, visiones e ilusiones. Y nunca son ciertas y menos verdaderas, ya que nadie sabe ni que es una certeza ni en que consiste la verdad. ¡Saludos!

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  • Álvaro Díaz Jurado Popular hace 1 año
    Hola, Yuliya. Hay expresiones y palabra en este cuento con doble sentido. "Llegar a Ser" es una de ellas. y hace referencia al dios de los cristianos y judíos. "YHWH" (Yahveh o Jehovah, según la traducción) es una contracción de los verbos hebreos "Llegar" y "Ser". Escribí esto hace 3 o 4 años en un intento (malogrado) de hacer un cuento cíclico, sin cierre, con un final que se acoplara al comienzo. Gracias por la lectura y el comentario. Un abrazo.
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