—Bueno, a decir verdad, en la fiesta sólo asistirá gente adulta. Es por eso que quiero su recomendación—preguntó el cliente.
—¿De cuántas personas estamos hablando?
—No muchas, tal vez unas diez personas. Entre hermanos, cuñados y nada más… Había pensado en una comida especial para el evento: tal vez unos tragos, postres o algo así.
—Yo opino que sería buena idea que les llevara una piñata.
—¿Una piñata? ¿Habla usted en serio? Si le acabo de decir que en la fiesta sólo habrá gente adulta. ¡No hay niños!
—Señor Roberto, lo escuché perfectamente. ¿Acaso a usted no le gustaban las piñatas?
—Sí, claro. Pero cuando era niño.
—A todos nos gustan las piñatas, seamos niños o adultos. Sólo encárguese de que haya buena música; buenos tragos, y verá que todos se divertirán como enanos. Yo soy el experto en fiestas y no invierta tanto en comida; hay gente que a lo mejor no la prueba, o simplemente no le gusta lo que se va a dar de cenar esa noche. Hay otros que, por el contrario no beben. En cambio, a una piñata no hay quien se le resista— concluyó el organizador de eventos…
—¿Qué tenemos? — preguntó un comandante de policía.
—Ningún sobreviviente: los pedazos de los cuerpos están esparcidos por todo el lugar. Sin duda fue un explosivo que, aunque usted no lo crea, al parecer fue colocado dentro de una piñata.
© Cuauhtémoc Ponce.