Jue11May202321:29
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Autor: Betty Rodríguez Alberte
Género: Cuento

Las primas

Las primas

Alicia y Mariana eran primas; habían crecido juntas y, aunque fueron educadas en el mismo colegio de monjas, sus creencias respecto a la religión diferían mucho entre sí. Mariana era muy devota y tenía un comportamiento casi monacal, mientras que Alicia era más liberal.

Con el paso de los años el carácter de Mariana cambió, pasó de ser una niña encantadora a una joven antipática y sin empatía por los demás. Tal vez eso se debía a que, en su adolescencia le habían diagnosticado endometriosis, lo que le impedía ser madre.

Después de graduarse las chicas recibieron como regalo un viaje a Europa. Alicia deseaba conocer París, pero su prima ansiaba visitar la Catedral de peregrinación de Santiago de Compostela en España. Después de varias discusiones acordaron ir primero a Francia y luego hacer El Camino de Santiago a pie. Aunque Alicia no estaba feliz con esa idea, aceptó, pues era la única forma de lograr que su prima consintiera en ir con ella a París.

Luego de una semana en la Ville Lumiére, tomaron un tren hacia Saint Jean Pied de Port, una ciudad pequeña ubicada a unos 700 kilómetros desde la que partirían con un grupo. Alicia aceptó a regañadientes cumplir con esa segunda etapa del viaje, se devanaba los sesos pensando en encontrar la manera de divertirse durante la “dichosa” peregrinación.

Llegaron al hostal a la hora de la cena. Claude, el guía francés, las presentó al resto del grupo. Alicia quedó cautivada con el joven, tanto por su atractivo físico como por su simpatía. La chica estaba fascinada por su acento, le parecía demasiado sensual. A partir de ese momento no se despegó de su lado, algo que no agradó para nada a Mariana, ya que ella también se sentía muy atraída por el muchacho.

En cada pueblo al que llegaba, el grupo se alojaba en hostales donde las primas compartían habitación. Cuando despertaba por las mañanas, Mariana notaba que Alicia no había dormido en su cama; eso la molestaba bastante porque sabía que su prima pasaba las noches en compañía de Claude.

Después de unos cuarenta días durante los cuales recorrieron una gran cantidad de pueblos, llegaron a destino. De inmediato se dirigieron a la Santa Apostólica y Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Compostela. Todos estaban cansados, pero emocionados de encontrarse, finalmente, en la reliquia prerrománica.

A la mañana siguiente las primas comenzaron un recorrido de un par de meses por España. Luego de unos días Alicia notó que, desde que había salido de su casa, no había tenido el período. Al principio lo atribuyó a los nervios y el cansancio del viaje, pero pronto comenzó a sentir náuseas por las mañanas. De inmediato se hizo un test de embarazo y descubrió que estaba encinta.

Las primas quedaron atónitas, estaban asustadas y confundidas. ¡Alicia sabía que no podía regresar a casa y simplemente declarar ante su familia que durante el viaje se había embarazado de un desconocido! ¡¿Qué iba a hacer?! Después de pensar en diferentes alternativas se le ocurrió la idea de decirle a sus padres que ambas habían obtenido becas para realizar un curso de nueve meses en la Universidad de Salamanca.

Las chicas buscaron una vivienda y encontraron, en un pueblo pequeño, la casa de una señora mayor que alquilaba habitaciones, a un precio bajo, a estudiantes extranjeros. Decidieron quedarse allí a la espera de que naciera el bebé. Luego de ocho meses, Alicia, ayudada por su prima y por la anciana que las hospedaba, dio a luz a un varón. Lo llamó Claudio.

Meses después, en una pequeña isla del Caribe, una joven, que se presentó como María Ana, buscaba empleo como profesora y una vivienda cerca de la playa para vivir con Jean Claude, su hijo. Al poco tiempo consiguió un puesto en una escuela secundaria que pertenecía a una orden de Monjas Ursulinas y se instaló en una casa frente al mar.

En un pequeño pueblo de España la Guardia Civil investigaba un macabro hallazgo hecho por un grupo de niños que exploraba la zona. Cerca de una casa abandonada los chicos habían encontrado dos esqueletos quemados y semienterrados. Los forenses llevaron las osamentas para su correspondiente autopsia y peritajes. La única forma de intentar conocer la identidad de las víctimas era cotejar el ADN de los pocos huesos hallados con el de las personas desparecidas, en esas fechas, en todo el país.

1 valoración

5 de 5 estrellas
hace 1 año
Comentario:

Inesperado final. Me encantó.

Muy amena tu escritura, lo disfruté.

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  • Betty Rodríguez Alberte hace 1 año
    ¡Muchas gracias, Patricia! Me alegra mucho que te haya gustado mi narración.
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