Lun12Jun202313:32
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Autor: Sergio Alfonso Amaya Santamaria
Género: Cuento

La música del viento

La música del viento

La música del viento

El viento que soplaba de lo alto de la montaña, llevaba un suave sonido musical como salido de una flauta, los ocasionales caminantes escuchaban sorprendidos el extraño viento que tan rítmico sonaba. Todos pensaban que era producido por el viento al circular entre las ramas de los pinos y oyameles, lo curioso era que, al ocultarse el sol, aunque soplara el aire, la música cesaba.

La historia casi se había convertido en leyenda y hasta se organizaban paseos para escuchar la dulce música tocada por el viento. Pero cierto día llegó, entre un grupo de visitantes, un joven que no se contentaba con escuchar la música y su origen legendario, por lo que se procuró ropa de abrigo, alimentos, agua y una potente lámpara. Luego de conocer el paraje donde los improvisados guías llevaban a los crédulos visitantes, regresó él solo.

El sol empezaba a calentar cuando el muchacho, de nombre Tomás, empezó a ascender la montaña; cuando al medio día llegaron los visitantes, él los observó desde una buena altura. El bosque era realmente bello, enormes pinos se elevaban hasta casi tocar las nubes, (se imaginaba). Llegó a una formación rocosa y se sentó a descansar y a escuchar con deleite las dulces notas que el viento llevaba; sin darse cuenta, Tomás cayó en un suave sopor, los párpados se le cerraban sin poder evitarlo, hasta que quedó dormido, recargado en la roca.

El viento soplaba con suavidad sobre su rostro, lo acariciaba y aliviaba del calor que empezaba a ser intenso. Poco a poco el sonido del viento se hizo más intenso, hasta que lo sintió cerca de él y empezó a escuchar una voz cálida y amistosa que le hablaba:

—«Tomás…, Tomás…, no cabe duda de que el nombre que nos ponen nuestros padres no obedece al gusto o la casualidad, mucho tiene que ver con nuestras propias características. Desde pequeño fuiste un muchacho curioso y por ello te pusieron ese nombre…, pero haces bien, no te dejas llevar por lo que la gente dice y te pones a buscar la verdad; eso te llevará alto, pero el camino es harto difícil, porque la generalidad de la gente no gusta de las verdades, que suelen ser poco agradables, de forma que prefieren ir con el grueso, con lo que otros les cuentan. A ti no te satisfizo el cuento de que el viento soplaba musical entre las ramas de los árboles y vienes en busca de la verdad, ahora la sabrás, pero para ti será como un sueño y a través del tiempo que dure tu vida, podrás completar todo el cuadro…: Hace mucho tiempo, cuando estos bosque estaban en formación, los sacerdotes de mi pueblo recibieron la encomienda de cuidar estos parajes que en el futuro serían grandes bosques, necesarios para la conservación de la vida en todo su conjunto. Desde entonces se designó a una familia para que se encargara del cuidado de los bosques; al tener mucho tiempo disponible, ya que solo se ocupaban de que nadie dañara la naturaleza y a fin de no aburrirse, fabricaron una flauta. Uno de nuestros nobles antepasados halló un hueso de algún animal y empezó a limpiarlo y a tallarlo, luego le practicó unos orificios y cuando terminó la boquilla y tapó uno de los extremos, empezó a soplar; con las yemas de los dedos impedía o permitía la salida del aire, lograba con ello que sonaran distintas notas. Escuchaba el soplar de la brisa y trataba de imitar el sonido; luego de meses de práctica, al fin pudo tocar la flauta con armonía, había logrado emular al viento al pasar entre las hojas de los árboles.

Al influjo de la música, las aves detenían su vuelo y se posaban en las ramas a escuchar, lo mismo hacían los habitantes de la montaña. Las cristalinas aguas que fluían de los manantiales, hacían agradables acompañamientos al flautista.

Pero un día llegó el hombre y las cosas cambiaron. Empezaron a derribar árboles y a matar a los animales y desde entonces hemos luchado contra esta destrucción que ha realizado el ser humano. Los que descendemos de aquellos abuelos, hemos aprendido a tocar la flauta y mientras se escuche, será señal de que sobrevivirá el bosque. Llora de tristeza cuando ya no escuchen el suave sonido de la flauta, será también que el viento ha dejado de correr entre los árboles.»

El graznido de unos loros que volaban sobre el bosque despertó a Tomás, quien recordaba todo el mensaje, sin poder entender por qué razón tenía presentes esas palabras, se dio cuenta que la flauta seguía con su música y una gran alegría lo envolvió. Ya obscurecía cuando volvió al pueblo y a dos o tres que quisieron oírlo, les transmitió lo escuchado. Luego de aquello, la leyenda se transformó y el mensaje del flautista se escucha para que los visitantes protejan la vida del bosque.

FIN

Diciembre 7 de 2012

Ciudad Juárez, Chih.

Junio 12 de 2023

Playas de Rosarito, B. C.

1 valoración

5 de 5 estrellas
samir karimo
Jurado Popular
  • 201
  • 27
hace 1 año
Comentario:

Buen cuento, buen ritmo y muy buen mensaje, enhorabuena

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  • Sergio hace 1 año
    Gracias, por leerme y tu apreciación,Samir. Abrazos
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