Mié26Jul202311:25
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Autor: Federico Ochoa Herrera
Género: Cuento

El cajón de Evangelina

El cajón de Evangelina

Y no es que uno se muera, sino lo que dura muerto”. Diomedes Díaz, cantautor de la música vallenata. (1957- 2013) Colombia.

El día que Evangelina Barros se murió, con todo y su cuerpo menudo de huesos simples y una cinta de resabio que adornaba su noble corazón que, ni el Espíritu Santo pudo domar, Luz María, su hija, teniendo en cuenta sus limitados recursos y después de hablar con el silencio triste y hermético de Celso Herrera, su papá, se alistó y fue hasta la funeraria del pueblo, que no era otra cosa que una vivienda atiborrada de cajones de tantos tamaños y estilos como la misma gama diferente de sus clientes.

El dueño de la funeraria, que era un alemán de piel de rana y tan alto que podía tocar con sus manos el techo de aquella casa, recibió a Luz María con un pésame cargado de un discurso comercial mientras le iba mostrando la mercancía que le había llegado y, a la que le embellecía sus silencios fúnebres con las cualidades y el confort de sus materiales, pero antes que continuara, Luz María con la humildad que siempre tuvo, lo interrumpió y le dijo:

—Ferdinando. Yo solo necesito un cajón para poder enterrar a mi mamá. Es más, necesito que me lo fíe hasta que pueda vender la cosecha de café.

Ferdinando, hizo un gesto inentendible en su alemán de antaño y le contestó en un español borrascoso:

—No hay problema señora Luz María, llévese el que quiera y páguemelo cuando pueda.

Luz María escogió un ataúd sencillo, y con el afán que trae consigo la muerte, no perdió tiempo y se fue para su casa a preparar a Evangelina para su velorio, pero cuando llegó, se encontró con la visita inesperada de sus primos ricos, hijos de un hermano de su mamá, a quienes no había visto en años y que habían llegado con una urna, que según ellos, era finísima, hecha de madera de roble con tallados de flores en sus esquinas, con un interior de seda blanca que iluminó por un instante con su resplandor celestial la pequeña sala de aquel rancho y con cojines acolchados de igual color que, por su comodidad, más de uno sintió envidia por la muerta. Luz María se apegó de nuevo a su modestia y para evitar desaires, hizo que pusieran el ataúd que había traído en el patio mientras ella y otras mujeres de la familia, vestían y acomodaban el cuerpecito menudo de Evangelina en el otro cajón, pero cuando lo pusieron en la sala para iniciar el velorio, Evangelina se levantó de aquella urna de comodidades, saludó con reverencia a los presentes que habían llegado para su ultimo adiós y caminó hasta el patio, abrió la tapa del féretro que reposaba sobre la tapia debajo de un palo de níspero, se acomodó en su cajón sencillo de cuatro tablas y llamó a su hija con una voz cordial. Luz María, que aún no se le pasaba la vergüenza por aquel arranque, llegó hasta el patio, y con la mano en la cabeza gacha, esperó a ver con qué otra cosa le iba a salir su mamá recién fallecida.

—Vea usté, no me vinieron a ve en vida pa’que ahora, después de muerta, me vengan a imponer tonterías —le dijo Evangelina, y remató— Dile a los fartos esos, que gracias por el cajón, pero me siento mejor en este. Y cuando esta bobada termine, vas donde Ferdinando y le dices que ahí le mando un ataúd fino para que se pague, este que se le debe y el de tu papá. Porque ni crea que lo voy a dejar revoloteando solo por aquí.

Luz María, no pudo evitar el llanto, pero le contestó sin refutarle nada —Sí señora.

Y después de eso, y a pesar del carácter resabiado de la muerta, el velorio siguió su curso normal para tranquilidad de todos.

CHECHO.

4 valoraciones

5 de 5 estrellas
hace 1 año
Comentario:

Mujer de carácter fuerte, ja ja ja muy divertido relato.

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hace 1 año
Comentario:

Cuento divertido y con un gran final. Felicitaciones 

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Cris Morell Burgalat
Jurado Popular
  • 141
  • 11
hace 1 año
Comentario:

Hola Federico, una historia y personajes muy genuinos!!. Me ha encantado y me alegro de volver a leerte!! Gracias por escribir y compartir. Saludos

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  • Federico Ochoa Herrera hace 1 año
    Cristo, un fuerte abrazo. Gracias
samir karimo
Jurado Popular
  • 201
  • 27
hace 1 año
Comentario:

como siempre bueno, entretenido y con buen mensaje

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  • Federico Ochoa Herrera hace 1 año
    Gracias, Samir
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