Jue10Ago202307:24
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Autor: Adriana Mesiano
Género: Cuento

Una de piratas

Una de piratas

No es que la amase con locura o sintiese que no podía vivir sin ella. ¿Para qué nos vamos a andar mintiendo? Pero la deseaba con todo su ser y para siempre, y tenía unas ganas en las entrañas que sus manos habían podido apenas atenuar en esos largos meses de navegación.

Estaba acostumbrado a tomar lo que quería por las buenas o por las malas, como todos los piratas; pero con ella era otra cosa, no era solo que no la quisiera tener por la fuerza, sino que no deseaba siquiera pagarla, se había propuesto hacerla enamorar de él.

Entró en ese asqueroso bar de borrachos que, en el primer piso, había sido alojamiento y hoy era un sucio burdel, y la buscó desesperado, intentando inútilmente disimularlo. Desde el mostrador y mirando hacia la escalera, la dueña del tugurio gritó con tono burlón: —María, ¡llegó tu novio! Hizo una especie de sonrisa sarcástica hacia los hombres a los que estaba sirviendo whisky, o algo que se le parecía, y luego se giró esperando ver las últimas peripecias del pirata enamorado.

Él miró en la dirección hacia donde debían estar las escaleras que llevaban al paraíso. Esperaba verla con los ojos llenos de asombro por su llegada y algo de dulzura. Deseaba ver una pizca de amor en sus pupilas, o una sonrisa sobre sus labios carnosos. Sinceramente hubiera también aceptado ver fastidio o hasta repugnancia, solo le bastaba verla.

No vió nada, el humo había creado una nube blanco-grisácea tan espesa que no podía siquiera imaginar a su adorada.

Pensó que detrás de esa niebla de tabaco, ella podría al menos escucharlo y la llamó con un tono romántico y atrevido:

—María, amor mío, estoy aquí.

Le respondieron otros: un señor borracho le dijo que se llamaba María y lo estaba esperando; una anciana le propuso matrimonio y hasta le ofreció cambiarse el nombre, si lo deseaba; el camarero le quiso vender una botella de whisky asegurándole que, antes de terminarla, encontraría al amor de su vida y le costaría más barato.

A cada comentario le seguían risas o carcajadas y hasta aplausos que el pirata no podía aceptar, era una cuestión de honor. Así que dijo que el primero que quisiera morir atravesado por su espada se pusiera de pie. Nadie lo hizo, o quizás la niebla de humo no le permitió verlo.

Entonces, él desenvainó la espada y amenazó a cuánto ser vivo se interpusiera entre ella y la escalera vestida de blanco, donde su futura esposa seguramente lo esperaba con ansias.

No veo motivo alguno para que ustedes se sorprendan, porque el pirata no había venido solo a quitarse las ganas con ella, como lo hacían todos los otros, no. El fiel marinero había escondido en los pliegues de sus pantalones suficientes monedas de oro y piedras preciosas como para retirarse y comenzar una vida familiar. María era la elegida, era su Magdalena y su ancla.

Comenzó a avanzar con la espada en su mano, luchando contra el humo que quería separarlo de su amor; quiso cortarlo en dos, atravesarlo y llegar finalmente a ella.

Lo esperaba el triste destino de los marineros: la madame, defendiendo a sus clientes habituales y su honor como responsable del prostíbulo, esquivó la espada como si estuviera acostumbrada a ello y le rompió una botella del más económico de los whiskies sobre su cabeza.

El alcohol, cayendo al suelo junto a la sangre del pirata, mezcla de agua de mar y de impaciencia; mató los sueños de olvido de algún sediento y los sueños de amor de María.

Muchos piratas mueren porque las nieblas les hacen perder el rumbo, esto se sabe; pero este pirata murió de amor, murió por haber perdido unos ojos enamorados detrás de una cortina de humo.

Yo se los cuento para alertarlos. El humo mata.

13 valoraciones

4.9 de 5 estrellas
hace 10 meses
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hace 11 meses
Comentario:

Tremendo!

Me encantó.  Y ¿quien no fue ese pirata alguna vez?

¡Felicitaciones!

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  • Adriana Mesiano hace 11 meses
    Gracias por tu comentario. No dejemos nunca de ser piratas enamorados del amor!
hace 11 meses
Comentario:

https://relatostematicos.blogspot.com/?m=1

Aquí pueden leer cuatro textos de los libros Leer tomando café y Subiendo la cuesta, Homenaje a Joan Manuel Serrat; ambos escritos, juntas, por Adriana Mesiano y Patricia Mesiano.

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hace 1 año
Comentario:

Que bello cuento. Muchas felicidades por su premio 

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  • Reina Zabala hace 11 meses
    Hermosa historia de amor. Felicidades por su premio!
  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Mil gracias!
hace 1 año
Comentario:

Es un cuento excelente, me gustó mucho. Has recibido un premio muy merecido por tan magnífica creación literaria. Mis sinceras felicitaciones. Espero seguir leyendo tus textos. Un abrazo.

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  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Muchas gracias Leonardo
hace 1 año
Comentario:

Muy bueno, felicitaciones.

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  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Gracias!
hace 1 año
Comentario:

Me encantó Adri! Felicitaciones

 

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  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Gracias Silvia
  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Gracias Silvia
  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Gracias Silvia
samir karimo
Jurado Popular
  • 201
  • 27
hace 1 año
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  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Muchas gracias por tu valoración.
Cuauhtémoc Ponce
Jurado Popular
  • 64
  • 25
hace 1 año
Comentario:

¡Felicidades! Muy buen cuento.

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  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Muchas gracias. Estoy intentando aprender.
hace 1 año
Comentario:

¡Bravo, Adriana! Me encantó tu relato y... ¡felicidades por un muy merecido premio! 

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  • Adriana Mesiano hace 1 año
    Gracias!
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