—Hola, buenas noches, ¿usted hace cartas de amor? ¿Me podría ayudar a escribirle una a mi novia? — me preguntó un chico que después me enteraría que tenía veintitrés años.
No, no era la primera vez que algún desconocido me mandaba mensaje al teléfono móvil, preguntándome si podía escribir un poema o una carta de amor, y mi respuesta por lo general siempre fue la misma. —Yo no puedo hacer eso, nadie más que tú conoce a tu pareja; en todo caso, te podría dar una idea con las cosas románticas que yo he escrito y basándote en eso, tú escribas la carta; una vez que la hayas terminado, te puedo ayudar un poco en revisar la ortografía y darle algún toque “especial”, pero nada más.
—Es que no soy bueno para escribir, y menos cosas de amor, es por eso que requiero de su ayuda — me respondió.
—Hijo, no es así de simple, para empezar no te conozco, ni sé cómo va su relación; necesito tener más datos: dónde se conocieron, su nombre, cuánto llevan juntos, qué le gusta a ella… No sé si me esté dando a entender, pero necesito que me des más detalles, algo más para así poder ayudarte.
—Sí, sí, lo entiendo, pues miré, yo le cuento nuestra historia, y usted me ayuda a que quede bonita una carta de amor…, mire, ella siempre ha querido que le escriba algo lindo, pero no sé cómo hacerlo, soy malo para eso de escribir y expresarme, ayúdeme que yo le pago — terminó diciendo.
—Está bien, mándame la historia lo más detallada que puedas, intentaré no cambiarla mucho; a las chicas les gusta la naturalidad, y qué mejor que salga de ti y no de alguien más.
—Gracias, ¿Cuánto será el costo?
—Me invitas una cerveza— le contesté, como suelo responder cuando me piden este tipo de “favores”, aun sabiendo que, en la mayoría de las veces, ni viven en mi país. El joven no tardó ni una hora en mandarme los detalles que, a decir verdad, era una linda historia donde no tuve que modificar mucho, sólo le puse unas cuantas expresiones, de esas que sabes que el chico las siente, pero no puede plasmarlas… Terminé, y le mandé el escrito de nuevo.
—Gracias, señor, quedó muy linda la carta, con todo lo que yo en realidad siento por ella.
—Vale, tampoco es para tanto, la verdad es que la escribiste muy bien; deberías animarte a escribirle cosas así de lindas de vez en cuando… Bueno, me tengo que ir, ya me contarás qué te dijo.
—Es que…, verá, ella murió hace unos días, sólo quiero llevarle la carta de amor que nunca le escribí.
© Cuauhtémoc Ponce.