La secundaria mixta No. 24, estaba en la mira de las autoridades. En las últimas siete semanas, cuatro jóvenes habían sido asesinadas en un parque que quedaba a tan sólo tres calles del centro de educación.
Según los exámenes forenses, ninguna de ellas fue abusada sexualmente, y todas murieron de la misma manera: «Causa de deceso: asfixia», detallaba el informe oficial.
La directora de ese lugar había exigido una investigación a las autoridades, y pidió a los padres de familia en redoblar esfuerzos en no dejar a sus niños solos a la entrada o salida de clases y, aquellos que no pudieran acompañar a sus hijos por causas laborales, pidió a los alumnos que se acompañaran entre sí, pero los resultados no fueron los que esperaba; hasta ese día, que desde su oficina logró ver como capturaban a un delincuente a las afueras de la secundaria que estaba a su cargo.
El jefe de policía tenía sentimientos encontrados cuando llegó a la zona de emergencia: una multitud de padres, cegados por el odio, golpeaba sin piedad a un hombre que, minutos antes, intentó secuestrar a una joven de quince años: amenazándola con un cuchillo para meterla a su automóvil; cosa que no logró, y ahora estaba siendo linchado; recibiendo “justicia propia” por los ciudadanos.
El policía estuvo a punto de no intervenir, hasta que vio cómo rociaban gasolina al secuestrador con la intención de quemarlo en vida. “No, yo no voy a ser parte de esto”, se dijo, e intervino para salvarle la vida al delincuente.
—La situación es complicada: tres costillas rotas, fractura en cráneo, la pérdida total del ojo izquierdo, fractura expuesta en brazo derecho; en pocas palabras, ese hombre está vivo de milagro. Se encuentra inconsciente, pero no en estado de coma —dijo el doctor al encargado de llevar la investigación.
—¿Cuándo podré hablar con él? —preguntó el policía.
—Difícil saberlo, yo le avisaré, pero su estado es delicado.
Dos semanas más tarde, en el mismo hospital, el detective preguntaba al secuestrador. —¿Qué pretendías hacer con esa niña?
—Asesinarla.
—¿De la misma manera que lo hiciste con las otras estudiantes?
—No, quise quitarle la vida a esa niña, porque ella fue la que asesinó a las otras estudiantes — contestó el hombre, al mismo tiempo que otra niña era asesinada en el mismo parque.
© Cuauhtémoc Ponce.