Vie20Oct202322:56
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Autor: Yuliangelene Mosquera
Género: Cuento

La Rosa que amó a un Sapo.

La Rosa que amó a un Sapo.

Hace mucho tiempo, en  un  tiempo que no se parece a este, Había un hermoso bosque en el que habitaban bellas especies de flores y animales de toda clase. Era un edén hermoso en el que la naturaleza convivía tranquilamente con todos sus habitantes.

En medio de ese hermoso bosque yacía un impresionante jardín de rosas de multicolores. Entre ellas, se encontraba una Rosa de color violeta tan bella y brillante que todo el bosque la contemplaba con admiración. Sin embargo, era una rosa que siempre estaba sola, solo conocía la vanidad y la excelencia, por lo cual no le gustaba rebajarse a compartir con ningún ser inferior a ella.

Su despectiva actitud hacia que todas las demás flores y hadas del bosque  se limitaran a observarla de lejos y no acercarse. Por lo que la hermosa Rosa no conocía la compañía, la amistad, y el calor tan afable que el amor podía producir.

Era una Rosa casta y fría que no veía con claridad los colores del bello bosque.

Un día, un horrendo Sapo, entro al bosque. Llegaba de viajes que desde muy joven había emprendido. Le gustaba la aventura, conocer paisajes nuevos y vivir nuevas experiencias cada día.

Al llegar al bosque notó con rapidez los multicolores y las bellezas tan apabullantes que el bosque lucia; era en verdad un espectáculo para los ojos de aquel aventurero sapo, al que todos veían con extraña curiosidad.

El sapo buscaba con minucia un lugar en el cual reposar y establecerse por un tiempo, deseaba descansar de sus largos viajes. Así que decidió quedarse junto a la Rosa violeta, en el centro del bosque, era un precioso lugar para querer quedarse. Enseguida camino en dirección a la Rosa, y todos los habitantes del bosque miraban con extrañeza  a aquel horrendo Sapo que pretendía posar cerca de tan majestuosa Rosa.

Al llegar al lugar, la Rosa le hablo despectivamente, e intentó  humillarlo para que se alejara de su presencia, pues en su corazón creía que la compañía de aquel Sapo le restaba belleza y elegancia. Pero el Sapo no prestaba atención de sus tonterías y disfrutaba del lugar.

Con el paso de los días el Sapo se fue acercando cada vez más a la Rosa, contándole de sus viajes y aventuras de  juventud.  Y aunque al principio la Rosa se mostraba indiferente, no tardó mucho en contarle sobre su existencia tan efímera y lo mucho que se había cohibido de todo por temor a perder sus pétalos.

Los días transcurrían vertiginosamente mientras el Sapo le hablaba a la Rosa y mientras la Rosa se animaba a contarle más sobre ella, a aquel horrendo Sapo, ante el cual  comenzaba a sentirse cómoda.

El Sapo le contaba que todo el bosque parecía tener una perspectiva muy grande sobre ella, que los hacia alejarse, que la esencia que emanaba de ella era pura arrogancia.

La Rosa reía y se sentía orgullosa de que fuera así, no le importaba tener cerca a seres inferiores a ella. Sin darse cuenta de que era precisamente esa actitud, la que la hacía estar tan sola.

El Sapo le enseñaba que su actitud no era más que el reflejo de todos sus miedos, y que ella no era tan hermosa como pensaba.” La verdadera belleza no reside en cómo nos vemos, sino que yace en la pureza de nuestra alma”, y usted mi querida amiga carece de ella. Le decía el Sapo.

Estas enseñanzas hicieron que las capas que tenía la rosa se fueran resquebrajando desde adentro, permitiéndole a la Rosa ver con más claridad los colores del bosque.

La presencia del Sapo abrió una abertura en el pequeño círculo que había creado la Rosa, y en su corazón se despertó la ambición de querer quedarse más tiempo con el Sapo. Desde que lo conoció todo había cobrado un nuevo brillo para la Rosa.

También para el Sapo una nueva ilusión había comenzado, la rosa le había cautivado y ahora se sentía motivado a querer protegerla, a querer pasar muchas estaciones junto a ella. No quería perderla…

Las conversaciones y los días que pasaban juntos ya no eran para nada desagradables, una aura especial emanaba de ellos, y todo el bosque lo notaba, las hadas y las flores comenzaron a compartir con la Rosa y el Sapo, todos danzaban al son de la magia y la alegría, vivían y convivían sin prejuicio alguno de un verano que tal vez no volvería.

Una noche mientras todos descansaban el Sapo le dijo a la rosa que la estaba amando y que ese amor lo hacía querer dejar todos sus viajes y quedarse con ella por el resto de su vida. Una lagrima se desbordo de la Rosa, que con mucha atención había escuchado la voz de aquel horrendo Sapo que sin saber cómo ni de  donde le había cautivado el corazón.

Siempre he estado sola, sin importar la estación. No había nadie que se quedara a mi lado incluso a pesar de mí. Pero tú llegaste de repente como una brisa fresca que lo cambio todo,  que me hizo ver los verdaderos colores de este valle, así que yo también te estoy amando,dijo la Rosa, mientras que uno de sus pétalos caía al suelo…

El tiempo de la Rosa estaba próximo a terminar y sus días junto a aquel sapo que un día pensó que opacaba su belleza, estaban por terminar.

La Rosa temiendo que el Sapo fuera a ver su ruina quiso alejarlo, pero renuente, el sapo le dijo que se quedaría con ella hasta que el ultimo pétalo cayera. La Rosa no comprendía por que el Sapo se empeñaba en sufrir de esa manera. El Sapo le contó que el amor nos hace querer ser eternos, nos hace querer inmortalizar cada momento con nuestro ser amado. Y lo mismo sucedía con él quería inmortalizar cada momento con su Rosa.

No paso mucho tiempo para que cayera el último pétalo de la Hermosa Rosa, que ante los ojos del Sapo, seguía siendo bella.

¿Me olvidaras? Dijo la Rosa.

Jamás, respondió el Sapo, ya te has inmortalizado en mi alma amada mía.

Gracias por llegar para amarme, es una dicha poder conocer el verdadero amor y la verdadera belleza. Viví atada a una forma de concebir la vida que me llevo a no disfrutar de todo lo hermoso de ella, pero tu amor trajo libertad a mi vida y motivaciones de querer seguir viviendo.

Por ello te pido, mi amado, que sigas exponiendo tu bella alma, que no juzga y que acepta en todos los valles que cruces, y en cada uno dejes uno de mis pétalos pues quiero viajar contigo para sembrar libertad aun después de mi muerte.

Me has hecho la Rosa más feliz, y muero con satisfacción en mi corazón de haber sido amada por el horrendo Sapo que consiguió acomodo junto a la fría y casta rosa ante la que nadie quería estar.

Y yo soy el Sapo más afortunado de todos los tiempos mí amada Rosa, por siempre seré tuyo sin importar el destino que me espere.

El bosque hizo un silencio por la partida de la Rosa y la tristeza del Sapo. Las hadas lloraban por su ausencia, más el Sapo les dijo que el tiempo de la Rosa había terminado, pero que el tiempo del bosque seguía en pie, y que debían honrar a la rosa viviendo sus vidas de tal manera que no se perdieran ningún momento.

La vida es efímera, se termina en un vertiginoso momento que no podemos controlar y lo único que nos queda es aprender a vivir cada día como si nuestros pétalos estuviesen comenzando a caer.

Terminadas las palabras,  el Sapo se despidió para iniciar un nuevo viaje lejos de aquel bosque que había traído infinita felicidad a su vida pero también desdicha de perder a su amada.

Aquel Sapo horrendo que entro una vez al bosque, ya no era más horrendo sino que llevaba en él la belleza de haber sido amado.

 Quizás si nuestros corazones dejaran de tener tantos prejuicios, nuestra conciencia de la vida y el amor serian totalmente diferentes y los veranos de felicidad y alegría serian incluso más largos y acogedores.

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