Sáb21Oct202317:38
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Autor: Yuliangelene Mosquera
Género: Cuento

El amor nos salva.

El amor nos salva.

Una mamá gallina puso cinco pollitos, fuertes y hermosos, pero uno de los pollitos era muy frágil. Se enfermaba seguido, era temeroso de todo y tímido; le  costaba hablar de él mismo,  por lo cual a menudo intentaba refugiarse bajo las alas de mamá gallina. Sin embargo, mamá gallina era muy estricta y como veía que era muy débil lo picoteaba constantemente.

Sus hermanos eran formidables y sagaces para encontrar alimento y relacionarse con otros pollos de la comunidad de gallinas e incluso tenían conocidos de la alta sociedad, como las águilas y los petirrojos.

El pequeño pollito, al verlos, sintió que él también debía esforzarse y dar lo mejor de él, para que mamá gallina se sintiera orgullosa.

Así, su travesía por lograr ser aceptado y reconocido por la comunidad de gallinas y su familia comenzó.

Era un pollito muy noble, le gustaba ayudar y servir a sus compañeros y vecinos de la comunidad. Disfrutaba de la naturaleza y la cuidaba. No obstante actuaba torpemente en la mayoría de las áreas en las que su familia consideraba que tenía que ser un experto…

Al cabo de un tiempo se percató de que por más que se esforzara las cosas no marchaban bien, mientras más hacia las cosas que otros creían que eran las más correctas para él, más insuficiente se sentía.

Un día abrumado por toda la carga que llevaba a cuesta, salió a caminar y se detuvo bajo la sombra de un hermoso árbol a descansar.

Estando absorto en sus pensamientos, no notó que cerca de él había un águila preciosa que también tomaba un descanso.

La intrépida y bella águila le saluda y le pregunta por qué se veía tan abatido y cansado. El pequeño y frágil pollito le contó la historia de su vida…

Luego de escucharle con atención, el águila le dijo que era maestro de vida. Viajaba por el mundo ayudando a otros a encontrar la verdad dentro de sí. Y que si él quería, lo ayudaría a tener una perspectiva diferente de su vida.

El pollito lo miró con un brillo de admiración en sus ojos, tan especial, que él águila quedó impresionada por aquel destello de luz que irradiaban sus ojos…

Desde entonces comenzaron a encontrarse bajo el bello árbol, donde tenían largas conversaciones y reían juntos.

Uno de esos tantos días el águila le dijo:

Debes aprender a aceptarte a ti mismo, sin intentar cambiar lo que eres.

Has pasado tanto tiempo haciendo lo que es bueno para los demás, esforzándote duramente por ser un pollo que no eres, que olvidaste por completo tu identidad.

Es hora de que seas el pollito que has nacido para ser. Al hacerlo no solo te estarás liberando a ti mismo, sino que automáticamente tu libertad y amor propio harán que otros a tu alrededor se sientan de la misma manera… Libres y contentos con lo que son.

El pollito lloro, lloro y lloro, hasta que sus mocos comenzaron a salir. Por las palabras de su amigo águila.

Pero sus lágrimas no eran solo de tristeza, sino también de liberación.

Todo ese tiempo se había sentido sofocado, como si no perteneciera a ningún lugar, solo y desprovisto de amor.

Haber pasado todo ese tiempo con su amigo, le brindó calor, compañía y aceptación, lo cual le infundió valor para ser lo que realmente quería ser.

Se sintió profundamente agradecido con el águila.

El águila por su parte luego de escucharle y abrazarle le comento:

“El alumno estaba listo y el maestro apareció, pero es hora de que me marche.  Un alumno ha crecido y otro ha aparecido, para ser enseñado”

El pollito entre lágrimas y sollozos le dijo:

No te olvidare jamás, te llevaré en mi corazón hasta el último día de mi vida.

El águila sonriendo le respondió:

Tampoco te olvidaré y limpiando sus lágrimas, le dejo con un tierno abrazo que el pollito había estado esperando recibir desde hace mucho tiempo. Un abrazo que lo hiciera sentir amado y aceptado.

Fin.

Es curioso como el sentirnos aceptados y amados puede salvarnos.

Basto que el águila lo amara y lo aceptara, para que el pequeño pollito descubriera en realidad lo maravilloso y valioso que era.

El no ser reconocido, el ser ignorado por ser diferente, el no recibir amor y la consideración necesaria, pueden llevar a las personas a confundirse, a perder su identidad, haciéndoles transitar por un camino muy duro.

        Necesitamos aprender a aceptar más y condicionar menos.

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