Era la muerte, lo supe desde que cruzó el portal de la habitación del hospital donde yo estaba internado. Se paró justo al lado de mis pies, y algo me dijo que mi vida llegaba a su fin. —¿Vienes por mí? —le pregunté, aun sabiendo que eso era más que obvio.
—Así es, Jasón, es hora de partir —me contestó. Por mi parte, no hice más que suspirar, y aceptar la realidad; porque al final de cuentas la muerte nos llega a todos, tarde o temprano. Pero no quise que fuera algo “fugaz”, no sabía que sería de mi “alma”, si es que tenía alguna, así que me atreví a preguntarle: —¿Podemos charlar un poco?
—No tenemos mucho tiempo, pero claro, podemos charlar; además estoy acostumbrado a este tipo de peticiones—me respondió mientras tomaba asiento al lado de mi cama.
—¿Conoces, o sabes algo de lo que fue mi vida?
—Sí, sé la vida de cada alma que habita en este mundo, y también el momento exacto de su partida, cuando ya su misión tiene que terminar.
—Y… ¿Crees que fui una persona buena, o no?
—Yo sólo vengo a cumplir con mi “trabajo”, no soy nadie para juzgarte; lo bueno o malo es simple perspectiva de ustedes; una creación que los humanos inventaron para decidir que es correcto o no; me lo preguntan a diario, y si quieres saber más de cómo terminarán tus hijos y tu familia, te adelanto que eso no puedo decírtelo. ¿Algo más?
—No…, creo que no, aunque me gustaría preguntarte si existe un cielo o un infierno, pero mejor no saberlo, total, ya estás aquí, y a donde quiera que vaya, creo que es algo inevitable.
—Así es.
—Está bien, que al fin y al cabo este mundo se está yendo a la mierda: guerras, sufrimientos, hambre, contaminación, injusticias, mares contaminados y poco a poco nos estamos extinguiendo. Qué bueno que llegaste por mí, al menos no me tocará vivir toda la porquería que sigue de aquí en adelante —le dije. Pero hubo algo, un silencio “incómodo” que me gritaba en mi interior que no tendría una respuesta “confortable” a eso que pronuncié; y su respuesta antes de morir me dejó petrificado.
—Jasón, lamento mucho en desilusionarte, porque sí te va a tocar vivir todas esas catástrofes que vienen a futuro; porque hoy mueres, pero la reencarnación sí existe… Nos vemos en tu otra muerte, dentro de ochenta años más, y créeme, la próxima vez que nos veamos, no será en un hospital.
© Cuauhtémoc Ponce.