Odio
las baldosas grandes de Buenos Aires
guardan en su memoria
las lluvias pasadas
y
al pisarlas
operan un déjà vu
sobre calzados medias o pantalón
que uno porta
pudiendo enturbiarte incluso la vida
a la altura del corazón
y chau camisa
Odio
las baldosas grandes de Buenos Aires
guardan en su memoria
las lluvias pasadas
y
al pisarlas
operan un déjà vu
sobre calzados medias o pantalón
que uno porta
pudiendo enturbiarte incluso la vida
a la altura del corazón
y chau camisa
Aire
Como quien espera un golpe de suerte,
aquí espero el vuelo de mi poesía;
que sea elevada por un viento
y la lleve a recorrer el mundo;
que la desparrame como hojas,
y cubra, cual manto, las solitarias calles;
la disperse como semillas,
y brote, como alimento, en llanuras
desiertos y valles.
Me nutro de esperanza en cada verso.
Escribo letras aladas, mientras sueño su vuelo;
las imagino en plazas, colegios,
bibliotecas y puertos;
alumbrando ojos atentos y abiertos,
abrigando suaves manos amantes,
anestesiando castigados brazos obreros,
redimiendo al sufriente perpetuo,
convirtiendo pesares en anhelos.
Deseo que mi poesía encuentre su viento,
que la lleve consigo en apacible vuelo,
de pueblo en pueblo, de casa en casa,
de mano en mano, de boca en boca,
hasta que mi nombre no importe
y se convierta en copla;
popular, alegre, libre, propia;
de todos y de nadie,
como el aire.
Más sobre mi trabajo en:
https://www.facebook.com/escribebrunini/
El amor empieza en la boca
El amor es la boca
En los labios se sabe
en los labios se enciende
La lengua confirma
La boca es ciega
cierra los ojos
Ve desde la oscuridad
La lengua conoce
se adueña.
Recorre
Los dientes aferran
los labios se rinden
El beso es la batalla
El fragor es entregarse y resistir
Todo a la vez
Los labios los labios los labios
La lengua
Las lenguas
Besar y morder
Hacer lenta la contienda
El beso enciende
conecta
Algo adentro inflama y fusiona
El beso es el inicio del amor
La lengua
sabe
tiene mucho trabajo por hacer
Hay momentos de lectura
de nutrición
de llenar por dentro
ideas y aventuras posibles
Hay momentos de vuelo
de vista amplia
de panorámicas del saber
en que se aprecia
y se aprehende
Hay estados en que
todo está por hacerse
el sueño y el anhelo
el hambre de cumbre
Hay épocas
en que se es esponja
tábula rasa
y se escribe por dentro
todo
lo que los libros traen
Todo queda grabado
Todo guardado
formando una reserva
Y luego está
el tiempo del barro
de la vista corta
de arrastrarse
de la acción
que carcome
lo acumulado
El momento
del acto intuitivo
de la reflexión
al mismo momento
que el impulso
O del salto ciego
Existe la verdad
sin palabras
el conocimiento sin mención
el saber revelado a partir
del ahogo y del terror
La piel aprende
la herida enseña
el choque de frente
dice
Y uno debe saber escuchar
Cuando el oxígeno falta
cuando el pecho aprieta
cuando la lágrima resbala
funciona a pleno lo aprendido
en automático
hecho carne y sangre
Y uno tropieza
Y uno cae
Y uno sabe que
levantarse no es aprender
sino aplicar lo aprendido
El barro sigue ahí
uno huele mal
uno lleva sus manchas
pero erguido
el saber cumple su fin
De pie uno ve
que el fin
la búsqueda
no es llegar
ni conseguir
sino levantarse
aunque duela caminar
Duela sobrevivir
Guardianes
¿Qué es un montón de ladrillos, cemento, hierro, madera y chapa,
organizados estratégicamente, sino una gran caja fuerte
donde guardar lo mucho, o poco, que nos pertenece?
Llaves, trabas, candados, trancas, pasadores; claves y combinaciones;
al servicio de evitar que alguien lo husmee, use, toque o robe.
Para resguardo del clima y sus inclemencias; de la voraz naturaleza;
del resto del universo que existe más allá de uno mismo,
porque las “cosas” han cumplido su destino de pertenecernos
y nosotros el de ser sus dueños.
Así comienza, con un contrato tácito entre partes,
nuestra obligación de cuidarles lo que dure la existencia;
si es posible la nuestra, de contrario habrá que reemplazarles
porque estamos condenados, por mandatos sociales,
a ser custodios de algo, si queremos ser alguien;
pues para una sociedad de guardianes,
quien no tiene que cuidar, nada vale.
Nos pasamos la vida preservando “cosas”; al pendiente constante;
y es mejor que sobren a que falten; nos hace ver más importantes.
Firmamos debida servidumbre en el preciso instante,
en que nos convertimos sobre ellas, la persona responsable.
Entregamos nuestra libertad para compensar el esfuerzo
que hicimos para merecer el derecho a tenerlas;
sacrificamos cuerpo y tiempo en conservarlas,
tanto esmero ponemos que nos atemoriza usarlas
hasta que el polvo nos recuerda que olvidamos disfrutarlas
Nos convertimos, por propia voluntad, en esclavos de las “cosas”;
por siempre condenados, atados de manos, cabeza y pies,
a tener que regresar, sistemáticamente, una y otra vez;
hacer el camino de ida pensando en volver,
para velar por su seguridad, integridad y funcionalidad.
Protegerlas, como un certificado de vida justificada,
a presentar cuando pretendamos ser palabra autorizada.
Encerrados, años tras años, para que no les suceda nada;
y tanta nada les sucede, como a nosotros por cuidarlas.
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Sin miedo a sentir
te digo que te quiero,
que la vida te quita y te da
y no hay tiempo para el olvido
pues tu recuerdo es tu mayor legado.
Sin miedo a abrir mi corazón
te digo que te extraño,
que respeto tu decisión
mas no la comparto
pues sin adiós no es despedida;
(no sé si es mi consuelo o mi engaño).
Sin miedo a verbalizarlo,
te digo que no hay rencor en ningún rincón,
que cada espacio vacío huele a ti
y que mantengo tu dulce aroma a buen recaudo.
Sin miedo te escribo y te leo,
como aquel día que cambiaste mi vida,
con la magia de tus letras
y la divina locura de tus relatos.
Fran Márquez
Rotos
A pesar de la adversidad y el dolor, ahí van los rotos;
los apartados de la dicha, la buena suerte;
esos a quienes los planes les han fallado
y sus presentes ni se acercan al futuro antes pensado.
Los que invadidos por un sueño, proyectaron un camino
pero quizás, por obra del destino; tal vez por malas decisiones,
se les acumularon las contras a montones y los tapó un charco.
Esos que pidieron ser salvados y nadie acudió a rescatarlos.
Los que apuestan todo a dar el golpe de gracia;
los que hacen acrobacias para no caerse y seguir andando,
con la herida sangrando e inventándose esperanzas;
con el reloj en reversa retumbando su tic tac en la cabeza.
Los que sin motivo aparente se levantan de sus camas;
cada mañana; para bañarse, afeitarse, peinarse,
ponerse la gala diaria y salir a la calle;
buscando exprimirle a la vida un gesto que les ilumine el alma.
Son peleadores natos, guerreros testarudos;
seres humanos en estado puro, aferrados a la vida;
comprometidos luchadores de sangre caliente fervorosa
que no saben de otra más que intentar e intentar.
Los rotos, quebrados, incomprendidos; hambrientos de ventura;
soldados de la inventiva, creativos por naturaleza,
portadores de certezas que anhelan prosperar,
propagadores de ilusiones que nadie quiere abrazar.
Se van desarmando a cada paso pero no detienen la marcha;
ignoran los estigmas de la crucifixión social.
Los define un enorme espíritu inquebrantable;
están hechos de un coraje que no tiene igual.
Les admiro la capacidad de reinventarse,
juntar parte por parte y volverse a armar;
alistarse, al amanecer, en el frente de batalla,
tantas veces sean necesarias para triunfar.
Rotos y remendados. Héroes cotidianos.
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Nervioso
Mi asqueroso sistema nervioso
me está jugando en contra otra vez.
Sube por la espina una tensión insoportable
y por los brazos una insostenible sensación de fuerza,
que desencadena en la cabeza un incontrolable malestar.
Parece estar queriendo salirse y abandonarme;
como un deseo de desarme, presiona los ojos
pintándolos de rojo, en un cumulo de sangre,
que a la primera cortadura, saltará en forma de chorro
para liberarse al fin del cuerpo que la contiene
prisionera de una función a la que se resiste;
sostener este cuerpo triste sin euforia que manifestar.
La sangre pide libertad y el cuerpo la encarcela,
tras cadenas como venas; bajo carne como candados,
esclavizándola a la condenada tarea de nutrir al músculo
mientras éste se estruja de dolor.
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Erguido
La cabeza agacha solo frente al sol,
para el resto siempre la mirada de frente;
que no hay quien sea más que nadie,
ni aun cuando de ellos tu vida depende.
Si es un golpe, ve de dónde viene,
si es una palabra, observa el gesto que la acompaña;
si optas por el silencio, que hablen tus ojos,
si vas a gritar, que tu garganta esté liberada.
Cuando marches, enfoca el horizonte
que de los pozos se encarga el destino;
para quienes se orientan con el pedregullo,
se les hace más sinuoso el camino.
Que no te quiten el orgullo los fracasos de la vida,
no les des oportunidad de someterte;
aun cuando veas el verdugo con espada en mano,
no olvides que sin su capucha, es solo un ser humano.
El poder se los das tú, y luego lo usan para molerte;
cuando descubren tu punto débil, se les hace obsesión
y cada estocada para derribarte, irá en esa dirección.
Al bajar la mirada, le abres la puerta de tu fuerte.
Míralos cara a cara, que les duela tu determinación;
que vean en tus pupilas el fuego, donde arderán,
si se atreven a intentar dominar la situación.
El asunto es de igual a igual, si se sienta posición.
Erguido; de pecho y espina; de espíritu y valía.
Recuerda que usan las sobras de tu estima perdida,
para alimentar los perros que custodian su alcancía;
esa que utilizarán para comprar tu vida.
Pasa por rebelde, pero no por cobarde;
seguramente te garantice un futuro de soledad,
pero no permitas que tu afán de pertenecer
te ponga a negociar tu integridad.
Ni sometedor ni sometido; de igual a igual.
En la ventura y en la adversidad, erguido.
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Buenos Aires
techos sin tejas
losas al sol
sombra oblicua
tender
Señor Vaquita
desciende
es
ca
lo
na
da
men
te
tanque
techo
muralla
terraza
un otoño de ropas
pronto caerá
de la cuerda