Ella había buscado en los libros y en las personas el sentido de la vida.
Pero solo en su interior encontró el sentido de su propia inutilidad y el absurdo de su existencia.
Después de haber probado todas las clases de sufrimiento, con el dolor gastado, su alma sabia que no queria formar parte de este mundo.
Esperó con indolencia a la muerte, con la inquietud de devorarse a sí misma y el fuerte deseo de suprimirse.
Y, en un instante irreal y desde el borde del abismo se precipitó al vacío.
Mientras, caía pulverizada en cenizas, se transformó en un ángel obsesionado en llegar al infierno para descansar.
En el descenso tuvo frio, un frio eterno, calado en su cuerpo, el frío de la muerte que era el eco de todas sus muertes anteriores.
Foto:
Gaston Roulstone