Mié16Ago202321:54
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Autor: Víctor Rodríguez Pérez
Género: Cuento

Todo un personaje

Todo un personaje

Mi abuela era un personaje con una imaginación sorprendente. Desde sus conocimientos empíricos nos orientaba en los episodios que, como adolescentes, nos empezaban a rondar en la vorágine de la vida. Su energía contagiosa la distinguía entre la comunidad y nada le costaba trasladarse hasta las pozas de agua en la periferia del poblado, para amedrentarnos con un chaparro entre las manos, cuando nos íbamos a nadar, después de nuestras correrías en algún patio baldío y solariego de aquellos caserones derruidos y abandonados de la población. El control que ejercía sobre nosotros le venía desde sus ancestros, pues, había sido criada entre obligaciones adquiridas a muy temprana edad y puesta al cuidado de una prole familiar numerosa. Fue cuando conoció a mi abuelo en una gira que este realizaba como enfermero ambulante por toda el área circunvecina, para poner ampolletas en la época de enfermedades que, como plagas, caían sobre el campesinado, diezmando a la población rural de aquellos primeros años del siglo XX.

Esa energía la acompañó hasta el final de sus días y cuando mi tía, su hija menor, la llevaba a vacacionar a las playas de oriente, en plena madrugada, se la veía jalando los guarales de las redes, junto a los pescadores en la brega de sal, arena y brisa marina, indiferente a la edad avanzada que llevaba a cuestas. En la entrada del amanecer, se distinguía entre matices de sombras trasnochadas por el ropaje blanco de dormir (fondo, lo llamaban), con el que emprendía la faena pescadora. Ella murió por un infarto, una noche en la que se sintió mal y fue llevada al hospital del municipio y al no haber recursos primarios para su auxilio, tuvo que ser trasladada al centro asistencial del poblado grande de la región. Pero no llegó a ingresar viva, pues, murió en el trayecto. Mucho tiempo después, ya como hombres y mujeres, cuando en alguna oportunidad íbamos a pernoctar a la casa vieja, y cuando el fulgor de luna llena nos abrumaba, salíamos al patio a tomar el aire refrescante de alguna brisa errante y generosa, entonces la veíamos pasar como un celaje con su ropaje blanco de dormir, paseándose por toda el área de la casona. Entendimos así que los difuntos escogen la vestimenta que los identificó en vida, para andar el largo periplo de la muerte.   

6 valoraciones

4.8 de 5 estrellas
hace 10 meses
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hace 10 meses
Comentario:

Que relato tan sabroso sobre mi Abuela... Mi yeya.  Gracias por este regalo literario querido primo

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  • Victor celestino Rodríguez Pérez hace 10 meses
    Así es, primo. Gracias por tu comentario. Saludos.
hace 10 meses
Comentario:

Conocí a tu Yeya y entre las brumas de mis recuerdos, la veo delgadita y con la alegría que nunca la abandonó. Querido Cuñado, has hecho de tus vivencias, narraciones que de alguna manera nos hace participes de tus historias. Gracias. 

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  • Victor celestino Rodríguez Pérez hace 10 meses
    Gracias, Mirian. Bonitas palabras. Me conforta saber que despiertan fibras de recuerdos valiosos. Saludos.
  • Victor celestino Rodríguez Pérez hace 10 meses
    Gracias, Mirian. Bonitas palabras. Me conforta saber que despiertan fibras de recuerdos valiosos. Saludos.
  • Victor celestino Rodríguez Pérez hace 10 meses
    Gracias, Mirian. Bonitas palabras. Me conforta saber que despiertan fibras de recuerdos valiosos. Saludos.
hace 10 meses
Comentario:

Un buen recuerdo de nuestros antepasados. Saludos Vitico.👏👏👍

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  • Victor celestino Rodríguez Pérez hace 10 meses
    Gracias, mi amigo. Recuerdos que nos llenan de mística y aprendizajes. Saludos, bro.
Cris Morell Burgalat
Jurado Popular
  • 141
  • 11
hace 10 meses
Comentario:

Una historia entrañable y con buena energía!!Gracias por escribir y compartir. Saludos

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  • Victor celestino Rodríguez Pérez hace 10 meses
    Gracias por su comentario. Muy amable. Saludos.
hace 11 meses
Comentario:

Hola Víctor, fue un gusto leerte. Lo que más me agrada son las emociones que sabes transmitir. Lo que menos me gustó es  la puntuación. Te señalo algunas cosas: la frase ”Fue cuando conoció a mi abuelo…” se limita a describir las actividades del abuelo, pero no dice nada como para iniciar con el verbo “fue” no hay una acción. Entre la descripción de sus faenas como pescadora y su muerte, no hay una separación de tiempo, enfermedad o indicación de muerte imprevista.

Un aplauso a tu obra y a tus ganas de contar. Te sigo leyendo.

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  • Victor celestino Rodríguez Pérez hace 11 meses
    Gracias, Adriana. Lo tendré presente. Saludos.
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