Mar07Nov202315:21
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Autor: Yuliangelene Mosquera
Género: Cuento

No sé trata de ser mejores o superiores a otros. Se trata de ser tú mismo.

No sé trata de ser mejores o superiores a otros. Se trata de ser tú mismo.

Había una vez un hermoso jardín, poblado con preciosas flores, de todos los tipos y de variedad de matices. Cada una con su singular brillo y aroma.

Todas las flores crecían con mucha gracia y no competían entre ellas, para saber cuál era la mejor o la más bella. Por lo que su convivencia en el jardín era agradable y llena de paz.

Un día un zamuro que sobrevolaba por el jardín, dejó caer unas semillas de seto, que se alojaron en el jardín y fueron creciendo entre las flores.

Estos setos eran corruptos y llevaban consigo intenciones equivocadas, para arruinar el bello jardín de flores.

Mientras esos setos crecían iban llenando de zozobra y cizaña el jardín. Comenzaron a hablarle a las flores sobre quién era la más hermosa entre ellas o la mejor.

Rápidamente el ambiente del jardín se fue opacando por la rivalidad y competencia que los setos habían sembrado entre las flores. Y al poco tiempo estuvo contaminado por la interferencia negativa e injustificada de los setos.

Las flores ya no eran las mismas, se llenaron de complejos y comenzaron a compararse entre ellas mismas. Olvidándose de lo que había sido en algún momento aquel precioso jardín.

Ahora las flores no crecían con la misma gracia que al principio. Solo procuraban demostrar al resto del jardín quien era la mejor.

Dentro del jardín había un sabio árbol que estuvo observando todo desde un principio, así que se dio a la tarea de desmantelar a aquellos nefastos setos y enseñar nuevamente a las flores sobre su valor y de lo innecesario de compararse con otros.

Muchas flores murieron sin saber la verdad que el noble árbol estuvo enseñando, y muchas otras fueron libres gracias a esa verdad.

Aunque el jardín no fue el mismo y los setos no dejaron de crecer en el jardín, el gran árbol no desistió de su labor. Quería que las flores fueran felices de verdad y no pasaran toda su vida intentando probar su valor.

Porque sin importar lo que pensaran otros o lo que esos setos hayan dicho, la verdad es que cada flor debe ser autentica y genuina, no para que el mundo la reconozca sino para que ellas misma puedan iluminar su camino.

Cada una sin esforzarse tanto tenía una noble tarea sobre el jardín, compartir con todos su don y su belleza. No demostrar cuál era su valía.

Moraleja: 

En algún punto de la vida todos han estado de alguna manera vulnerables, y setos corruptos han aprovechado la oportunidad para sembrar cierta cizaña en su vida. Haciendo que se comparen y que pierdan su identidad o su norte.

Comparase con otras personas o luchar desmedidamente por ser el mejor o la persona perfecta que llene todas las expectativas, es un desgaste enorme del cual no saldrás con vida.

Cada persona es única y especial. Lleva dentro de sí una luz que solamente puede brillar en ella y con ella. Un espíritu que no se repite y por lo cual no puede ser sustituible.

Tu poder es ser tú mismo, porque nadie es como tú. Nadie puede dar lo que tú das, o hacer sentir a otros de la manera en que tú haces sentir. Nadie puede trabajar de la misma forma en la que trabajas tú, porque la forma en la que haces las cosas es esencia de ti que no puede replicarse en los demás.

Competir con otros para demostrar tu valor es un sacrificio innecesario. Sin demostrarlo ya tú posees un valor incalculable, que nadie te haga creer lo contrario.

No tienes que hacer méritos para sentirte valioso o maravilloso. Sin tenerlos ya tú eres hermoso.

Eres precioso, eres preciosa, exactamente como eres.

Eres valioso y significativo, aunque otros no supieran encontrar en ti, tu brillo y tu luz.

Sé feliz con la persona que eres, aun con todo y tus defectos. Tus debilidades y errores también forman parte de lo que representas y eso está bien.

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